Fernanda y Jorge: dos días de matrimonio en el sur de Chile
La pareja de enamorados Fernanda y Jorge sellaron un eterno amor de verano en una ceremonia íntima y acogedora, además de entretenida, rodeados por la naturaleza del sur. ¡No te pierdas este particular matrimonio de dos días de celebración!
Los amores de verano son inolvidables, pero hay algunos más afortunados que duran para siempre. Éste el caso de Fernanda y Jorge, una pareja de enamorados que decidieron sellar su unión 13 años después de su primer beso, en uno de los tantos veranos en que Fernanda, con la intención de conquistar a su gran amor, frecuentaba cada lugar en el que Jorge se encontraba. Así, luego de 8 años de pololeo, fue celebrado un sencillo pero único matrimonio que tiene por principal característica la alegría y naturalidad del ambiente.
Los novios siempre tuvieron el deseo de realizar un ceremonia sencilla, que representara su manera de ser, su esencia, donde amigos y familiares se sintieran “en casa”. La intención de la novia era que su matrimonio fuera como una típica reunión que la pareja hace habitualmente con amigos, pero en esta ocasión todos reunidos. En el sur de Chile, los novios decidieron realizar un matrimonio al aire libre en la mágica carretera Austral.
La novia, muy jovial, lució un vestido sobrio, perfecto para la ocasión, compuesto por una tela liviana y vaporosa que se movía con el viento sureño. El escote, en forma de corazón, entregaba el toque sensual y femenino a un distinguido look. Como peinado, la novia lució un medio moño muy natural, con un delicado tocado de perlas. Por su parte, el novio, también sencillo pero elegante, vistió una chaqueta azul, un pantalón beige y zapatos azules con toques cafés. Como color escogido por los novios para combinar sus trajes, el novio lució un pañuelo y una corbata roja que hacían un juego perfecto con los zapatos rojos que llevó la novia.
En cuanto a los invitados, fueron advertidos en el parte de matrimonio que éste sería un día de campo, por lo que el dress code fue tenida semi-formal. La novia nos contó que esto causó revuelo entre sus invitados, ya que no entendían bien cómo debían ir vestidos. Fue entonces cuando la novia, muy creativa y astuta, creó un evento en Facebook donde subía ejemplos de cómo ir vestidos. Lo dejó muy claro ya que los invitados lucieron relajados y cómodos, pero aptos para la celebración de un matrimonio campestre.
Fernanda y Jorge nunca se sintieron identificados con la formalidad de los matrimonios, por lo que por opción de los novios éste fue un matrimonio alejado de las costumbres tradicionales, exceptuando la linda iglesia de tonos celestes y el sacerdote. Ya que el lugar escogido para realizar el matrimonio fue la carretera Austral, muchos de sus invitados tendrían que hacer un largo viaje para llegar al evento. Dado lo anterior, los novios, pensando en la comodidad de sus invitados y en la manera de poder disfrutar al máximo su gran fiesta, decidieron celebrar el matrimonio de día, durante dos jornadas consecutivas. Los novios informaron a todos sus invitados que tenían la opción la llevar carpas para poder instalarse y pasar la noche en el mismo lugar de la fiesta y al aire libre, lo que tuvo muy buena recepción por parte de los invitados, llevando muchos de ellos sus carpas, incluyendo a los novios, quienes querían disfrutar cada instante con sus invitados, sin excepción.
Acompañados por la naturaleza y en un ambiente campestre, el matrimonio contó con mucha y variada comida típica de la zona austral del país. Para dar la bienvenida, los novios ofrecieron un delicioso cóctel donde se sirvió cebiche de salmón, merluza, empanadas de mariscos, de pino y queso, entre otras exquisiteces de la comida chilena. Como gran sorpresa, durante el cóctel se les informó a los invitados que el almuerzo sería un clásico curanto al hoyo, donde todos pudieron participar de su elaboración. Luego de taparlo, fue momento de esperar algunas horas para poder degustarlo. Como los novios pensaron en todos los detalles, en la espera del almuerzo tuvieron un grupo folclórico de la zona, momento en que los novios bailaron el vals, al más puro estilo chilote, por supuesto.
Una vez terminada la espera, los novios e invitados se sentaron a almorzar el delicioso curanto, servido a la mesa. Los novios relatan este particular momento: “Fue muy lindo ver a la gente con sus caras de asombro al ver todo eso. ¡Había de todo! Felicidad, hambre, nervios, asco por los mariscos... de todo. Lo bueno es que un curanto tiene todo tipo de comida, no sólo mariscos, así que había comida incluso para los mañosos.”
Luego de un entretenido e inolvidable almuerzo comenzó una gran fiesta, con un importante cotillón y cantidad de alcohol necesaria para dos días de celebración, para así alegrar a todos los invitados. Entre bailes, risas y celebraciones, siguiendo el itinerario acordado, a las once de la noche el equipo de banqueteros se lució presentando un cordero al palo que conquistó hasta el paladar de los invitados sureños, expertos en este tipo de comida.
La ceremonia comenzó al mediodía de un 13 de febrero, finalizando el 14 de febrero con una rica sopa de mariscos como desayuno, seguida de un rico vino chileno al almuerzo, compuesto por dos opciones: cordero al palo con ensaladas o una reponedora cazuela chilota, para los que más lo necesitaban.
Las fotos del evento fueron realizadas por la fotógrafa Marcela Angulo, quien logró captar la energía, relajo y felicidad de los novios y sus invitados. La fotógrafa, muy comprometida con los novios, alojó en una carpa junto a los invitados del evento, para retratar hasta el último instante de este único y maravilloso matrimonio.
Con la intención de agradecer a cada uno de los invitados, los novios regalaron a cada uno de ellos un útil presente, con el que siempre recordarán estos dos días. La opción elegida para esto fue una tabla para picar carne, de mañío, hecha a mano por el padre de la novia. Simplemente perfecto.
Los novios recalcan con orgullo que decidieron casarse en un momento financiero crítico, por lo que este espectacular matrimonio sureño fue llevado a cabo gracias al esfuerzo y amor de los novios, sus familiares y amigos, siendo todos parte fundamental en la realización del mismo. El matrimonio de Fernanda y Jorge siempre significará para ellos un recordatorio de que cuentan con la bendición de tener amigos y familiares que los quieren y protegen, y que no hay excusas para no realizar un matrimonio, cuando hay amor y ganas de por medio. La novia afirma segura y feliz, “el que la sigue, la consigue" y que, sin duda, "el que quiere, puede".
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