El significado del vestido de novia blanco
¿Por qué las novias se casan de blanco? Contrario a lo que se cree, el vestido de novia blanco no tiene que ver con pureza ni virginidad. Descubre el origen del vestido blanco de novia a continuación.
El rito nupcial está lleno de simbolismos y costumbres que se han traspasado a través de los siglos y uno de ellos es el vestido de novia blanco. Sin embargo, esta prenda no fue siempre tal cual se conoce en la actualidad. ¿Cuál es el origen del vestido blanco de novia? Déjate sorprender con su historia en el siguiente artículo.
Origen del vestido de novia
Los primeros vestidos de novia fueron muy distintos a los que hoy lucen en las vitrinas, siendo los chinos los pioneros en emplear un traje ceremonial especial para unir parejas.
Hace unos tres mil años, la Dinastía Zhou impuso que en los ritos matrimoniales ambos novios debían usar batas negras con rojo, lo cual continuó bajo la Dinastía Han, que introdujo el uso de distintos colores: verde en primavera, rojo en verano, amarillo en otoño y negro en invierno. De hecho, las novias chinas siguen casándose actualmente enfundadas en color escarlata.
En Occidente, en tanto, la historia es algo distinta, ya que el vestido de novia responde más bien a un proceso social. Ya en el Renacimiento, en las bodas de los personajes más importantes de la sociedad, las novias lucían sus mejores vestidos, generalmente con brocados de oro, perlas y joyas, para demostrar las riquezas familiares que estaban en juego en este intercambio comercial.
Durante siglos se mantuvo esa tradición sin importar el color. Sin embargo, con el tiempo se descubrió que el blanco representaba el mayor lujo y ostentación, por las dificultades técnicas que implicaba blanquear las telas por esa época y mantener el color más allá de una postura.
La primera en usar uno fue la Princesa Philippa de Inglaterra, quien lució una túnica blanca y un manto de seda para su matrimonio con el Rey Eric de Escandinavia, en 1406. Y así, cada vez más mujeres de la nobleza y familias adineradas eligieron los modelos blancos para sus bodas. Todo lo contrario a las prometidas de la clase media, quienes optaban por vestidos de novia sencillos en tonos oscuros, ya que así podrían utilizarlos más de una vez.
Consolidación del vestido de novia blanco
Aunque varias ya lo habían escogido en el pasado, no fue sino hasta 1840, cuando la Reina Victoria se casó con el Príncipe Alberto de Saxe-Coburg-Gotha, que el blanco se impuso como color nupcial. Quizás, por los avances en la imprenta y el auge de las revistas de moda, que difundieron extensamente la foto oficial de este enlace, así como por el mayor acceso a este color que generaron las nuevas técnicas industrializadas de producción textil en el siglo XIX.
Ahora, si bien el blanco se asocia con pureza, inocencia y virginidad, que es lo que se buscaba en esos años en una esposa, lo cierto es que el origen del vestido blanco no está ligado a esas características. Más bien, al poder económico de poder adquirir un vestido blanco que sería usado solamente una vez.
Pero más allá de su significado, el vestido de novia ha logrado perdurar en el tiempo, principalmente por su capacidad de adaptación a través de los años.
Así, destacan vestidos blancos emblemáticos que quedaron en la retina, como el voluminoso traje que usó Jacqueline Kennedy, en 1953; el mini vestido de Audrey Hepburn, en 1954; el elegante vestido de novia con encaje de Grace Kelly, en 1956; el irruptor outfit de Bianca Jagger, en 1971; y el vaporoso modelo que lució Diana de Gales, en 1981.
Evolución del vestido blanco
Aunque el vestido blanco sigue siendo el más elegido por las novias en Occidente, hay una tendencia hoy en día que se inclina más bien por los matices. Es decir, sin alejarse demasiado del blanco, las casas de moda ofrecen cada vez más diseños en colores como marfil, champán, beige, gris claro, plata, nude y rosa pálido, entre otros.
Pueden ser vestidos enteramente de otro color que no sea blanco, o bien, que incorporen algunos destellos en otros tonos, ya sea a través de faldas en degradé, cinturones, velos o apliques en los hombros.
Muchas en la actualidad los eligen, especialmente como vestidos de novia para el civil, aunque también para casarse por la iglesia. Sin embargo, esta tendencia tampoco es tan emergente, pues Elizabeth Taylor contrajo matrimonio ocho veces, luciendo en dos oportunidades vestidos muy coloridos: uno verde botella (1959) y otro amarillo (1964). No por nada la diva de Hollywood se convirtió en un ícono de la moda de todos los tiempos en materia nupcial.
El vestido de novia blanco arrastra una interesante historia, que bien vale la pena conocer. Corresponde a una tradición que sigue vigente en las bodas de hoy, tal como partir la torta de matrimonio o lanzar el ramo, entre otros ritos nupciales.