¿Medias naranjas o naranjas completas?
Encontrar un alma gemela o el complemento perfecto, es lo que postula el mito de la media naranja en una relación. Y aunque la idea inspira romanticismo al instante, lo cierto es que este concepto esconde varias falacias.
Al igual que las películas de Hollywood, que muestran un amor idealizado, el mito de la media naranja suscribe la idea de parejas que se encuentran, se complementan y viven felices para siempre.
Sin embargo, este concepto se aleja totalmente de la realidad, en la cual las relaciones operan de maneras mucho más complicadas. Aun así, la creencia en la media naranja permanece con fuerza y de allí la importancia de romper con este mito. ¿Media naranja o naranja entera? Lo develamos a continuación con ayuda de un profesional de la psicoterapia.
Qué es el mito de la media naranja
El mito de la media naranja alude a un concepto de relación amorosa, en la que un integrante de la pareja no puede funcionar sin el otro que lo complete. Es decir, se considera a la pareja como una extensión del propio cuerpo y sobre eso se valida tanto individualmente como en la relación.
En ese sentido, el imaginario de la media naranja no solo pone en duda la capacidad de ser un sujeto autónomo, sino que reduce a la otra persona a la condición buscada o a la expectativa que se tiene de ella.
“Si un hombre es inseguro, va a buscar una mujer segura, que tome decisiones, porque él no es capaz de tomarlas. Entonces, va a considerar que esa pareja es su media naranja porque, de alguna manera, completa un vacío que hay en él”, explica el psicólogo Iván Salazar Aguayo1.
Y lo mismo pasa con personas introvertidas que buscan parejas sociables, personas activas que buscan parejas pasivas o personas agresivas que buscan parejas de caracteres dóciles, ejemplifica el profesional. “Buscan una compensación en la polaridad del otro”, añade el también coach.
Las consecuencias
¿Dónde está el peligro? Si bien se dibuja una imagen romántica en torno a encontrar a la media naranja, lo cierto es que el concepto lleva a creer, de manera irracional, que la complementariedad perfecta existe. Pero no solamente no existe, sino que además invalida a las personas que buscan a su otra mitad y las deja en una condición de estancamiento y/o pereza.
“El peligro está en creer que somos seres que en algún momento nos clausuramos, dejamos de evolucionar y nos justificamos diciendo ‘yo soy así y voy a seguir siendo así toda la vida’. Creo que ese es el gran riesgo de buscar una persona que tenga lo que yo no tengo”, explica Iván Salazar, quien agrega que el mito de la media naranja no hace más que potenciar las carencias.
“Personas muy introvertidas, por ejemplo, en vez de desarrollar su parte más sociable, van a buscar una pareja extrovertida y la van a usar como una especie de vocería. Y así, siempre van a estar subordinadas a la energía del otro para poder compensar lo que ellas no tienen”.
En vez de desafiarse a desarrollar lo que les falta, son personas que se quedan estancadas en un momento de sus vidas y de esa forma se involucran en la relación.
A largo plazo
Siguiendo este imaginario, el noviazgo o un matrimonio no estará basado en el amor auténtico, sino que en esas características que completan un vacío.
Por lo tanto, ¿qué ocurre con las relaciones duraderas? ¿Es capaz de sostenerse el mito de la media naranja en el tiempo? Si bien se busca una pareja que encaje y complete las carencias, todas las personas evolucionan y, tarde o temprano, son capaces de desarrollar ese lado que se encontraba dormido. Y ahí es donde entran en conflicto las parejas, explica el psicólogo y coach.
En personas muy inseguras, por ejemplo, cuando la propia vida se encargue de potenciarles, en este caso la seguridad, ya no estarán tan felices con su relación, ni con una pareja que tome todas las decisiones. “Ya no seré ese joven que se deslumbraba por alguna característica de su pareja, porque esa característica de mi pareja yo también la empiezo a cultivar y, por lo tanto, en vez de ser complementos, empezamos a chocar”.
Y, al contrario, “si yo soy una persona muy segura y me emparejé con otra a la que le cuesta tomar decisiones, cuando ella empiece a crecer y evolucionar, tendré que ser capaz de validarla y readaptar la dinámica de pareja”, explica Iván Salazar Aguayo. “Entonces, yo creo que si avanzamos desde la polaridad a la integración de nuestros aspectos personales internos, en ambos sentidos, la relación se sana”.
“La clave es que cada miembro de la pareja se desarrolle, se integre y pida cada vez menos esta complementariedad, que puede ser en algún momento un poco extrema o incluso enfermiza”, agrega el profesional.
La contraparte
Todo lo anterior deja bastante claro por qué es importante desmitificar el imaginario de la media naranja. Sin embargo, hay casos en que ser opuestos puede funcionar, siempre que no sea ése el requisito ni la razón para estar con la otra persona. Es decir, reconocer aquellos aspectos que se contraponen, aceptarlos, valorarlos y ponerlos al servicio de la relación.
“Hay parejas que logran sortear muy bien esto de la complementariedad o de sentirse media naranja del otro, en un sentido positivo. No como algo que viven desde la escases, sino que desde la aceptación de que el otro es distinto a mí, con cualidades que yo no tengo y que, por tanto, enriquecen la relación”, manifiesta Salazar.
Y entonces, ¿media naranja o naranja completa?
Ya que la media naranja alude a la otra mitad, la respuesta es que siempre hay que aspirar a ser la naranja completa. Librarse de creencias irracionales, como que la felicidad depende de esa otra parte y empezar a hacerse cargo de sus propias debilidades.
Por lo demás, las parejas no son perfectas, sino que las conforman personas con características, muchas en común, pero que además negocian, se comunican y cambian.
“Las relaciones de pareja saludables están abiertas a evolucionar. De hecho, si una persona es muy activa y la pareja muy pasiva, va a llegar un punto en que, si eso no cambia, la polaridad los va a agotar a los dos. Y creo que en ese sentido la psicoterapia puede ayudar mucho”, recomienda el psicólogo Iván Salazar.
De este modo, si sienten que están atrapados en el mito de la media naranja, recurran a espacios de transformación, de autoconciencia, de autorregular sus emociones, de aprender a aceptar al otro y de escuchar con atención, entre otras herramientas útiles para parejas que buscan ser la naranja entera y no una mitad. En el fondo, que apuestan por relaciones maduras y saludables.
No se trata de atentar contra el romanticismo, sino que de aterrizar ciertos conceptos que merecen la pena y que, a la larga, podrían perjudicar su relación. Entre ellos, tener claro que no se necesita al otro para ser feliz, sino que sé es feliz por cuenta propia, junto a un otro.
Referencias
- Psicólogo y coach Iván Salazar