Nosotros quisimos un matrimonio donde la comida y tragos fueran temáticos de Perú. Carpas & Eventos nos dijo que lo harían sin problema. 2 meses antes del matrimonio firmamos el contrato y entregamos todos los detalles de lo que necesitábamos, con imágenes y descripciones de cada elemento. Hasta aquí todo parecía normal, pero empezamos a notar cosas raras.
Carpas & Eventos nunca nos respondía en horario normal, siempre era a partir de las 21 horas porque tenían otros compromisos que atender. Nunca nos trataron como clientes merecedores de atención. Nunca nos guiaron sobre la organización del matrimonio.
Tuvimos que exigir la prueba de la comida e insistirles en saber si todos los detalles estaban listos. Se desentendieron de nosotros en cuanto firmamos el contrato. El tiempo iba pasando y pese a lo anterior, parecía que todo iba bien. Entonces llegaron los problemas.
7 días antes del matrimonio, nos llama el productor y nos pide que enviemos 3 fotos referenciales extra de todo lo que queríamos para el matrimonio. Nos pareció raro pero igual lo hicimos.
3 días antes del matrimonio, nos vuelve a llamar el productor (por supuesto en la noche). Dice que el presupuesto firmado no alcanza para comprar pisco peruano, como queríamos. Nos pide pagar un extra para que puedan comprarlo o buscar una opción más barata.
Nosotros estábamos muy estresados en ese momento y le dijimos que la responsabilidad era de ellos por darse cuenta recién de que la plata no alcanza y que si quieren una opción más barata, que busquen ellos la que necesiten. Esa noche a las 23:40 recibimos una llamada del dueño de la productora, que no respondemos porque íbamos a dormir.
A la mañana siguiente, el dueño de Carpas & Eventos llama a mi marido de nuevo. Esta persona, con muy mala actitud, le dice que hay un error cometido al 50% por nosotros y por ellos. Reconoce que aunque la información la dimos hace meses, recién se dieron cuenta de que la plata no les alcanza.
Esta persona amenaza a mi marido con que si no le damos un extra, pondrá los tragos que se le dé la gana. Mi marido le pide explicaciones de porqué el error es al 50% nuestro si entregamos toda la información, pagamos lo convenido y siempre estuvimos pendientes de los avances del matrimonio.
El dueño de Carpas & Eventos no le responde, sino que le reclama que nosotros cambiamos toda la decoración unos días antes y que pese a que ellos sólo permiten elegir 5 tragos para el bar abierto, nosotros elegimos 6 al mismo precio. Y que si no quitamos uno, él también iba a eliminar lo que quisiera.
Mi marido le rebatió todo esto. Nosotros no cambiamos la decoración unos días antes, sino que el productor nos pidió fotos extra de cada ítem, 3 concretamente.
La cotización aprobada indicaba 6 tragos y siempre el productor nos informó eso, por eso elegimos 6. No habríamos tenido problema en elegir 5 si nos hubieran dicho.
En ese momento esta persona empieza a gritarle a mi marido “yo soy el dueño y yo decido todo, yo mando acá” y desautoriza al productor con el que llevábamos meses trabajando. Producto del nerviosismo por los gritos de esta persona, mi marido choca el auto.
Le cuenta al dueño de Carpas & Eventos lo que acaba de pasarle y este le responde “ese es tu problema”. Sin saber si mi marido estaba herido o había sido grave el choque (por suerte no le pasó nada). Finalmente terminamos pagando un extra de 80.000 pesos por ese pisco peruano.
Teníamos mucha ansiedad y no queríamos discutir más pese a que entregamos todas las capturas de pantalla y documentos que acreditaban lo acordado y aprobado. Igual Carpas & Eventos nos iba a estropear la idea del matrimonio si no lo pagábamos.
Entonces llega el día del matrimonio y vemos que el pisco sour no está preparado estilo peruano, como acordamos por escrito. Se lo decimos al barman y este se disculpa y empieza a hacerlo bien. Pero los insumos especiales para ello van a comprarse en ese momento, a las 4 de la tarde del día de nuestro matrimonio (nuestro matrimonio comenzó al medio día).
Nosotros pagamos extra por tener un cóctel especial peruano llamado chilcano que debía ofrecerse a los invitados. Nadie lo tomaba porque el barman nunca lo ofrecía, solo indicaba que tenían el resto de tragos elegidos.
Pagamos por un cartel con las fechas de los hitos de nuestra relación y tiene la información incorrecta.
Los meseros no saben que hay invitados veganos con menú especial y empiezan a servir carne a todos. Cuando les digo que no está bien, me dicen a mí (la novia) que les diga quiénes son los veganos. Nosotros habíamos entregado un mapa con los lugares donde se sentaba cada uno y sus nombres.
Queríamos hacer un brindis antes del almuerzo y cuando hicimos la llegada los novios, todos los invitados ya tenían el entrante servido y no pudimos.
Pagamos por una cortina de flores y entregamos fotos de referencia. Y eran unas pocas rosas mal colocadas con un alambre feo.
El DJ no sabía cuándo debía poner nuestras canciones en la ceremonia y cuándo debía quitarlas.
Más muchos otros detalles como que la zona lounge a pleno sol sobre la tierra (la pedimos bajo los árboles en el pasto), que la mesa de la torta tuviera todos los adornos caídos y nadie los volviera a colocar, aunque se estuviera mojando toda por el agua de los floreros (los novios la tuvimos que arreglar).
Nunca nos esperamos que una productora de matrimonios extorsionara a los novios unos días antes del matrimonio, ni que el dueño gritara a mi marido y le dijera que “era su problema” si había chocado el auto (sin saber si había sido grave o estaba herido). Eso contribuyó a mucha ansiedad e inseguridad antes de nuestro gran día.