Mi nombre es Camila Cortés y soy gerente y parte del equipo de trabajo de Dalia Morena Flores. Gran parte de mi niñez la pasé en la casa de mis abuelos y, a una edad temprana, heredé de ellos una profunda conexión con la naturaleza y el cuidado de las flores.

A partir de entonces soñábamos junto a mi mamá y mi hermana con vivir en un lugar donde cultivaríamos nuestras propias verduras y plantaríamos un pequeño huerto. Así que, en 2002, mi mamá, mi hermana y yo dejamos el bullicio de la ciudad en Santiago y nos mudamos a una pequeña parcela en el campo de la comuna de Calbuco, Región de Los Lagos, para seguir un estilo de vida más lento, más simple y sustentable donde pudiéramos conectarnos con la naturaleza todos los días.

Años después, junto a mi marido y mis dos hijas nos sumamos a la idea original de vivir de la tierra y cultivar nuestro propio alimento e iniciar un sueño de muchos años: nuestro propio campo de flores. Poco después de que llegamos, un vecino generoso trajo su tractor para labrar un trozo de tierra para poder finalmente tener el jardín de nuestros sueños. Otros vecinos muy amables nos regalaron fertilizante orgánico de sus ovejas y vacas y nos enseñaron secretos y técnicas de cultivo de papas y ajos.

De esas experiencias fuimos aprendiendo el trabajo de fertilización orgánica de la tierra y junto a la lectura de libros y artículos de floricultura de todo el mundo, hemos avanzado en conocimiento para trabajar de la mejor forma posible. De a poco hemos ido cultivando flores hermosas, las que hemos compartido entre la familia, amigos y algunos vecinos.

Cuando entregué mi primer pedido pagado, un simple ramo de flores del campo, nerviosamente puse el ramo en las manos de la clienta tan pronto como abrió la puerta. Por un momento, el tiempo se detuvo mientras ella enterraba su nariz en las flores y su sonrisa brotaba de oreja a oreja. Sus ojos se iluminaron. Ver cómo un pequeño ramo de flores tenía el poder de despertar tal emoción y conectar a dos perfectos desconocidos en cuestión de segundos, fue un punto de inflexión para mí.

Las historias que escucho diariamente entorno a las flores y la conexión amorosa relacionada a la familia y seres queridos entorno a su cultivo, me inspiran y me hacen sentir que en actividades tan sencillas como trabajar la tierra y plantar flores está el secreto para sanar nuestras relaciones humanas y regenerar nuestra maltratada tierra.

Nuestra familia y la fuerza de los sueños que llevó a mi madre a empezar una nueva vida para todos nosotros, sigue siendo el corazón de Dalia Morena, y somos muy afortunados de tener la oportunidad de pasar nuestros días trabajando con la visión de traer más belleza al mundo.

Hoy siento lo mismo que cuando entregué mi primer pedido de flores: darle a alguien un ramo simple puede crear conexiones reales y transformar vidas. Nuestro objetivo es ayudarte también a cultivar más belleza en tu vida diaria y experimentar la magia de la naturaleza a través de las flores.