El matrimonio de Andrés y Jael en San Antonio, San Antonio

La crónica de nuestro matrimonio

¡Y el día al fin llegó! La ceremonia fue por el civil, y al medio día de un sábado, en la salita de eventos del condominio donde vivimos, ceremonia que casi no sucede, ya que llegué media hora tarde debido a la "manito" de gato que me hicieron en la pelu, y la Jueza estaba furia porque se quería ir luego, con un posterior coffee break. Luego el champañazo en la piscina y las respectivas palabras de agradecimiento (no muchas mías, ya que me comieron los nervios), para después ir a almorzar al restaurante peruano favorito de los dos, ubicado en Llolleo (Querida Lima, para los sibaritas de la página). Debo comentar que todo salió excelente, fue un ambiente relajado, pero solemne. La decoración, toda DIY, incluyendo el ramo, que elaboré el día anterior, quedó preciosa gracias a la ayuda de mi mamá y mis hermanas. El pequeño cóctel fue ad hoc, y el llevarlos a todos a un restaurante fue la mejor idea del universo, ya que se come rico, no te preocupas del servicio, y aunque fue a la carta, salió todo dentro del presupuesto. Y aún cuando fue un matrimonio pequeño, sencillo, sin ningún otro servicio contratado más que el arriendo de sillas/vajillas (Banquetería La Gourmet, quienes también realizaron la maravillosa torta) y la peluquería/maquillaje (Pablo Montiel, maravilloso ser humano y M.U.A.), ¡aún así, soñé puras desgracias con el matrimonio en la noche anterior! Para el resto de las novias, tómense un agüita de lavanda antes de ir a dormir la noche anterior. Menciones honrosas, La Broderie, Carolina creó mi velo francés, a punta de delicadeza y talento. Es muy difícil hallar velos franceses que no parezcan falsos, pero ella accedió a mi idea ¡Y fue un siete! Ubicada en Viña del mar, la pueden encontrar en Instagram y Facebook. Fibrana, ella fue nuestra proveedora de banderines con motivos indígenas. Yo había pensado usar banderines tibetanos por el significado, ¿pero que tengan motivos originarios? 100 puntos más. Y para ponerle final feliz a la historia, nos mandamos a cambiar por unos pocos días a Valdivia, ¡que glorioso es ir a una ciudad turística en temporada baja!