El matrimonio de Ariel y Tere en Casablanca, Valparaíso

Ariel se fue antes para recibir a los invitados en la iglesia junto con nuestros padres y para que no me viera vestida de novia. Quise guardar la sorpresa hasta que nos encontráramos en el altar.

Todo fue perfecto. La música, el día que estaba completamente soleado y toda nuestra familia y amigos, porque debo decir que no nos falló ningún invitado.

Después de la ceremonia religiosa y mientras nuestros invitados llegaban al lugar de la celebración, paramos a tomar una fotos en medio de los viñedos. ¡Hermosas!

Era tanta nuestra alegría que decidimos entrar al salón con "Happy", canción con la que sacamos a bailar a varios de nuestros invitados. Un matrimonio completamente familiar: guaguas, niños, adolescentes, amigos de nuestra edad y nuestros padres y tíos que eran los más grandes.

Llegó el momento de bailar. Nos acercamos a la pista y comenzamos con un Vals, que luego de unos minutos se convirtió en Tango, para reflejar la raíces de Ariel, y luego Rapa Nui, como la representación de mi tierra (prefiero el baile polinésico a la cueca). Todos estaban sorprendidos con nuestro "mini show" hasta que nos cortaron la música. Todo estaba planeado para que nos interrumpieran los verdaderos pascuenses.

Luego pasamos a la fiesta, el vídeo con nuestra historia, el lanzamiento del ramo, la liga y tratar de compartir con todos los amigos que vinieron de tantos lugares: Buenos Aires, Mendoza, Barcelona, Toronto, Nueva York y, por supuesto, de Santiago y Viña del Mar.

Todo resultó perfecto: lo disfrutamos, lo pasamos genial, pero también nuestros invitados quedaron fascinados con la celebración, que estuvo llena de detalles para ellos, y con el maravilloso entorno que los rodeaba.

Fue tan bello aquel día que nos queremos volver a casar.