El matrimonio de Camilo y Josabeth en La Reina, Santiago

Fue una fiesta pequeña, pero muy hermosa, estaban los justos y necesarios. Nos divertimos bastante. Pero no dejó de tener percances en el camino. Con las madrinas nos atrasamos un poquito y terminamos llegando después que el novio y los padrinos. Casi se me queda la diadema élfica que había mandado a hacer en mi casa, pero mis padres la pudieron recuperar. Tuvimos también algunos problemas técnicos con la transmisión por zoom, y por supuesto no puedo dejar de mencionar que mis zapatos me estaban matando. Lo bueno es que tenía unas zapatillas con plataforma para alivianar la carga en los pies, así que durante las fotos me cambié.

Habíamos decidido que no tendríamos una comida estilo cena o almuerzo, sino que sería mas como un picoteo entre amigos, bastante a la venezolana, por lo que siempre hubo comida, desde temprano hasta casi el final de la fiesta, y creo que nadie pasó hambre.

Hicimos el juego del zapato con preguntas como “quien es más… dormilón”, por ejemplo, usamos nuestros zapatos, y fue muy divertido, entre demostrar que nos conocemos mucho, que pensamos bastante similar, y fastidiarnos mutuamente con algunas respuestas. Todos nos reímos muchísimo.

Siempre se dice que el día de tu boda es el día más especial. Sin duda, con todas las situaciones que vivimos, realmente fue el día más especial que hemos tenido como pareja. Las sensaciones fueron indescriptibles con palabras, tal vez, una palabra que podría llegar a describir una pequeña parte, sería, satisfacción, porque justamente fue como lo habíamos imaginado, los colores, la iluminación, las ceremonias, la música: ¡Un día soñado!