El matrimonio de César y Dennisse en Pirque, Cordillera

Cuando llegó el momento, salí de la habitación, del brazo de mi madre creyendo tener el control. Bastaron un par de pasos hacia el altar (antes de que la gente me viera) y las lágrimas inundaron mis ojos. Sentí que explotaría de tanta emoción; pero ya era tarde para pedir un pañuelo o algo, debía continuar mi camino hacia el momento más importante de nuestras vidas. Cuando aparecí y los invitados me vieron, sólo escuchaba elogios y sonrisas. Identifiqué a toda mi gente. Al mirar al altar, no pude dejar de emocionarme más al ver sus ojitos enjugados en lágrimas también.

Y así, comenzó una hermosa ceremonia, en donde nos besamos al menos 3 veces antes de que nos autorizara la jueza. No pensé nada más que en él. No hubo protocolos ni direcciones del resto; sólo nuestra promesa de querer estar juntos por siempre.

Salimos y toda la gente antes de terminar el camino, espontáneamente se nos acercaba a abrazarnos y desearnos lo mejor del mundo.

Luego las fotos, el cóctel, la cena y la fiesta fueron maravillosos también. Había muy buen ambiente. Toda nuestra gente feliz y celebrando. La decoración estaba hermosa y todos los detalles que por tanto tiempo planeamos, estaban ahí, patentes. Me sentí tan agradecida.

Difícil poder describir todo, pues fue una aborágine de sorpresas, conversaciones, fotos, cariño, abrazos y tanto más.

Sólo puedo decir que fue una noche espectacular, de la cual estaré eternamente agradecida porque sin duda, fue mucho más de lo que esperábamos y que recordaremos por siempre.