El matrimonio de Daniel y Loreto en Vitacura, Santiago
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D&L
09 Dic, 2022La crónica de nuestro matrimonio
Daniel y yo estamos juntos desde 2016, nuestro penúltimo año de universidad, y el 26 de diciembre de 2019 nos comprometimos, mientras yo hacía mi doctorado en Chile, desde 2018, y él, desde 2019 en Estados Unidos. Luego de que Daniel volviera a EE.UU, empezamos a organizar el matri… Lo primero fue el cuándo y decidimos que sería en julio de 2021, ya que él podía viajar por las vacaciones del hemisferio norte y aquí habría vacaciones de invierno, además que era temporada baja y saldría más barato je, je.
Durante enero y febrero del 2020 fui a ver algunos locales con Daniel siempre en videollamada presente, lo que nos hizo escoger el lugar perfecto en ese momento. Llegó marzo y con ello, la pandemia por el COVID-19… Alcancé a ir solo a una tienda a probarme vestidos (y vi el vestido de mis sueños en ese momento, pero solo era la primera tienda).
Daniel no pudo ir a ninguna por su parte y ni si quiera alcanzamos a contratar el local seleccionado ya que íbamos a ir con nuestros padres para que lo vieran antes. Así, empezamos a vivir la pandemia no solo encerrados, sino que también separados por más de 10.000 km.
Seguir leyendo »Los planes de boda quedaron totalmente paralizados hasta nuevo aviso, pero lo bueno era que yo había ganado una pasantía por el doctorado, a la universidad donde Daniel está ¡y por 10 meses! Así que, luego de la odisea de salir con permisos a tramitar la visa y despedirme de mi familia, el 30 de agosto del 2020 partí a encontrarme con mi prometido.
Pasaron los meses de trabajo de tesis, laboratorio (somos geólogos) y clases, y en enero de 2021 se nos ocurre ir a una expo novios, ya que las cosas con la pandemia andaban un poco mejor y llevábamos meses sin tener panoramas fuera de la casa. Aquí es que empezamos a pensar qué íbamos a hacer con el matri. Ambos volvíamos a Chile en la misma fecha, fines de junio de 2021 ya que era lo planeado desde un comienzo para casarnos ese invierno, además que yo estaba obligada a volver por el término de mi pasantía.
Ante la incertidumbre de no saber qué iba a pasar con el plan Paso a Paso del gobierno, empezamos a buscar lugares fuera de Santiago en Matrimonos.cl, específicamente en Villarrica, ya que las fases estaban mejor allá… o eso prometía, y la familia de Daniel era de la zona.
Mis suegros pudieron viajar al sur y cotizar en persona locales y ver alguna iglesia y nosotros pedimos hora en el registro civil (en la RM) solo 4 meses antes de la fecha y milagrosamente había horas.
Decidimos comprar nuestros trajes en EE.UU., acompañándonos y llevarlos a Chile ya que si todo resultaba, llegaríamos menos de un mes antes del matri y había que tener todo listo. Y sí, Daniel me vio con mi vestido, y varios más, antes del matri… pero fue una bella experiencia. Solo éramos nosotros apoyándonos como siempre lo hemos hecho.
Claramente, los planetas no se alinearon, terminamos por aplazar la boda religiosa y la fiesta ya que la situación no mejoraba y realmente queríamos que estuvieran nuestros amigos presentes, aparte de la familia, y terminamos organizando una pequeña recepción "móvil" el día de nuestro casamiento por el civil, y comprando nuevos trajes para la ocasión. Pero aquí no se pone más fácil el asunto…
Una de nuestras prioridades para que el casamiento fuera festivo, luego de intentar estar con la familia nuclear, era la torta… Sí, la torta, porque somos comelones de dulce y tener la torta de 2 pisos era el sueño ja, ja. Por marzo de 2021, creo, en Chile se hizo una expo novios on line, por lo que pudimos asistir y contratar a la Pastelería Candelle para que nos hiciera nuestra anhelada torta. Pero, había que hacer la degustación, cosa que solo podíamos realizar en persona poco más de una semana antes del matri, que fue el 8 de julio de ese año, porque al llegar a Chile, debíamos hacer 10 días de cuarentena obligatoria en una residencia sanitaria, lo que nos liberaba el 2 de julio del encierro… el mismo día que todo Santiago pasó a Fase 3 que más encima era viernes y era el último día que teníamos para la degustación. Luego de tacos innecesariamente largos, lo logramos y estaba todo prácticamente listo para el gran día.
El jueves 8 de julio partimos cada uno con su testigo y un trípode para el celular al Registro Civil de Peñalolén. Nos dejaron muy amablemente transmitir la ceremonia por Zoom y así poder tener a nuestra familia y amigos presentes, incluso desde EE.UU. Luego de ese hermoso momento, partimos con los testigos donde mis suegros para compartir la torta con ellos, y es aquí donde empieza la parte “móvil” de nuestra recepción. Aún no se podían realizar grandes reuniones y nosotros dos, con testigos, padres y hermanos éramos 14 personas… Sobrepasábamos totalmente el aforo y los permisos tampoco permitían salir tanto tiempo, así que empezamos nuestra travesía, gracias al permiso especial por casamiento que había en ese momento.
Luego de estar un par de horas con los testigos, se fueron para abrir paso a la familia nuclear de Daniel, 5 hermanos y sus padres. Almorzamos, seguimos compartiendo nuestra gran torta y, a eso de las 17.00 hrs, mis padres nos fueron a buscar para ir con torta y todo a la casa de mi hermano y cuñada y celebrar con una once con torta, para luego ir con mis padres a su casa y pasar allá la noche, llevándonos la torta que nos quedaba, terminando nuestro gran día de matrimonio civil.
La semana siguiente, partimos a Puerto Varas ya que nos habían regalado unas noches en un hotel de esa ciudad. Fue muy bello y frío; era pleno julio y tuvimos que hacer muchas cosas al aire libre ya que en ese tiempo no había convalidación de vacunas para las personas que venían del extranjero, ni siquiera para los mismos chilenos, por lo que no teníamos Pase de Movilidad.
El tiempo pasó y Daniel tuvo que volver a EE.UU. para empezar el año académico en septiembre. Los meses empezaron a avanzar hasta que en noviembre nos dimos cuenta que era posible organizar la fiesta de matri para 2022 y retomamos todos los preparativos. Ya teníamos los trajes desde hace meses así que ya estaba saldado, pero necesitábamos un lugar y el que habíamos escogido en 2020, con todos los problemas económicos que trajo la pandemia, se hizo totalmente inalcanzable.
Programamos la fiesta para diciembre 2022 y yo iba a viajar de vacaciones a EE.UU. en diciembre 2021 por casi 3 meses, lo que básicamente me dejaba un mes y medio para encontrar y contratar un lugar acorde a nuestro presupuesto, ya que al hacerlo cuando volviera, en febrero, probablemente iba a ser muy tarde.
No nos estaba yendo muy bien, bajando el presupuesto también bajaba la calidad de lo que se nos ofrecía; ya faltaban dos semanas para mi viaje y, si bien había encontrado un lugar, no era lo que realmente queríamos, pero era lo que había… ¡Hasta que milagrosamente mi mamá encuentra el Club Manquehue! Se veía dentro de nuestro presupuesto y bastante bueno en fotos, así que me contacté con ellos y arreglamos una visita para esa misma semana.
Totalmente agradecida de la mano divina que hizo a mi mamá encontrar el lugar porque era bello, de buena calidad y se ajustaba al presupuesto, muchísimo mejor que el local que estuve a punto de contratar. En una semana ya tenía el papeleo listo y el local contratado y, al mismo tiempo, solicitamos la iglesia que queríamos con el cura que queríamos y en la fecha que queríamos, el 9 de diciembre de 2022, así que ya solo quedaba esperar para comenzar con los preparativos finales.
A mi vuelta en febrero, seguimos en la modalidad remota contratando los demás proveedores hasta que, en noviembre, empezaba la cuenta regresiva. Daniel volvía recién el 20 de noviembre, por lo que tuve que hacerme cargo de la degustación, hablar con la decoradora, etc. Daniel ni si quiera conocía el lugar en persona, tampoco la iglesia (al menos sí al cura), por lo que inmediatamente visitamos todo, terminamos los detalles de decoración, hablamos con los encargados de iluminación y música y afinamos los últimos detalles hasta que llego el gran día.
Como Daniel ya había visto mi vestido, quería agregarle algo para que se sorprendiera el día del matri. Quería una cola, pero no velo, y además tenía que tapar mi escote para la iglesia. Así que, sin decirle nada, me mandé a hacer una hermosa capa con cola con las secas de la tienda Macarena Palma.
Nos preparamos en lugares diferentes y todo estaba muy tranquilo hasta que llegó el fotógrafo para la sesión de la previa de la novia, ahí me empezó a dar calor y a ponerme nerviosa jaja, además que nunca me ha gustado posar para las fotos, pero el equipo de Ximena Muñoz me hizo sentir muy cómoda y guiada para conseguir esas hermosas fotos, junto con el hermoso maquillaje hecho por Victtoria Tom.
Nos dio la hora de irnos a la iglesia, nos habíamos alejado dos cuadras de mi lugar de preparación y me doy cuenta de que nadie tenía mi ramo. Afortunadamente, estábamos cerca, así que el chofer, que era uno de mis primos, conociendo de toda la vida mi personalidad, no entra en pánico y me dice “no hay problema Lore, tenemos tiempo, doy la vuelta y listo” y yo contando hasta infinito para no caer en la desesperación porque odio llegar atrasada a cualquier parte.
Recogimos el ramo (hecho por mi querida suegra) y partimos nuevamente a la iglesia. Llegamos y pude divisar a Daniel esperando en la entrada y decidí no mirar más hacia afuera ya que me invadió un sentimiento de emoción enorme. Nos avisaron que ya habían entrado todos, los padrinos, el novio y quedaba yo... Me posiciono en la entrada de la iglesia con mis padres y veo a Daniel con su carita de emoción esperándome nerviosísimo en el altar y toda mi ansiedad, nerviosismo y cualquier cosa que pasaba en por mi mente en ese momento fue totalmente reemplazado por la emoción de ver al hombre de mi vida esperando para unirnos para siempre.
Todos nuestro amigos y familia estaban con nosotros; luego de una pandemia de 2 años (y que aún sigue) y todo lo que eso conlleva, pudimos celebrar, abrazarnos, bailar, llorar y reinos como nunca. Fue un día maravilloso que recordar. Una ceremonia religiosa en una bella iglesia llena de nuestros seres queridos y muy emotiva para luego ir a un hermoso lugar a comer, beber y compartir, como siempre pensamos que sería y mejor aún. Todo salió perfecto a tal punto que con Daniel nos miramos en un momento de la fiesta, ya cuando todos bailaban, nos alejamos un poco de todo para tener una panorámica de tan bello evento y decirnos al mismo tiempo “esto lo hicimos nosotros y es perfecto”, totalmente orgullosos y felices por cada uno de los asistentes, familia, meseros, staff y cada persona que hizo posible que tuviéramos un matrimonio increíble, tanto religioso como civil.
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