El matrimonio de Deivis y Marlene en San Bernardo, Maipo

No podré dejar de mencionar que el apoyo de mi familia (papá, mamá, hermanos y sobre todo el de mis pequeñas hijas) fue el que más ayudó a que los infaltables nervios, fueran poco a poco desaparecieron de este cuento.

Ya vestidos todos cuál gala de Viña, nos fuimos preparando para la ida a la iglesia, el novio acompañado por mi hermano fue a tomar posición de actor principal y comenzó la acción.

Yo, novia lista, radiante y muy feliz salí de mi casita acompañada de mis hijas y mi familia, y mientras me ayudaban a subir al auto, una caravana de vecinos admiraba mi pasar, fue emocionante verlos esperar mi salida triunfal, con ganas inmensas de haber podido invitar a cuan persona puediese, pero quienes estén pasando por esta experiencia, saben lo difícil que es no dejar gente en el camino.

Camino a la Iglesia acompañada de mi galán padre y muy pretencioso por lo demás, quien temía más que yo de quedar despeinado en el trayecto, pues el descapotable no ayudaba a fijar su peinado.

Llegó el momento, dicen algunos y cuan alfombra roja los flashes comenzaron a brillar, ¡llegó la novia!, ¡llegó la novia! Escuché... Mis damas de honor, comenzaron a alistar su pasar y mis hijas bellas junto a sus dos primos hicieron de mi camino un jardín lleno de pétalos a mi pasar. La emoción me inundó de inmediato apenas di el primer paso, intenté más de una vez contener el llanto, mientras a mi lado mi padre fuerte y erguido caminaba junto a mí, compartiendo ambos el mismo sentimiento y las ganas de llorar.

De frente mi hermoso hombre amado, me esperaba con sus ojos brillantes y su sonrisa que me enamoró, disimulando muy poco los nervios, ansioso creo yo y deseosa de que mi caminar no fuera rápido para poder contemplar lo que a minutos pasaría.

Bueno, luego vino el tan esperado sí, llenos de felicidad vimos que cada paso que dimos ese día dejó momentos maravillosos vividos, que cada cosa que imaginamos fue mil veces mejor de lo que habíamos pensado. Nuestra iglesia, ayudó a que la espiritualidad con espontaneidad se diera, haciendo que los invitados pudiesen sin ser religiosos entrar en la dinámica de la ceremonia.

Por otra parte nuestro centro de eventos "Hacienda los Naranjos" logró todo lo que deseamos y con su experiencia y carisma que caracteriza a su equipo, lleno de buenos comentarios no solo a nosotros como novios, sino a cada uno de nuestros invitados.

Nuestro Matrimonio se rodeó de buenas energías, no solo de los invitados, sino de quienes con su granito hicieron posible la realización de este sueño familiar, del "matri" como le decía mi hija menor.

Sólo como conclusión y consejo a la vez, decir que no hay cosa que no se disfruté de este día, los nervios, las risas, los llantos e incluso lo que no resulta, es comentado y disfrutado en el recuento que los novios hacemos sin falta los días posteriores al matrimonio.