El matrimonio de Diego y Estefani en Antofagasta, Antofagasta

La crónica de nuestro matrimonio

Uf, la verdad que el día que llegó mi boda, estaba toda nerviosa esperando que llegaran a peinarme y maquillarme, una vez ya lista con esto, llegó mi vestido de novia. Yo toda ansiosa y mis nervios a full. No podía creer que estaba a solo horas de pisar el altar. Una vez que ya me pusieron mi vestido, mi Claudita Uribe me sacó unas fotitos para el recuerdo, y mi amiga que no podía asistir a mi matrimonio por motivos personales, llegó a verme, la verdad es que estaba feliz de que me viera ahí en mi casa, por último, si ya no podía asistir a mi matrimonio. Bueno, la cosa es que no llegaban a buscarme y mis nervios subían, con decir que hasta medio dolor de estómago. Cuando por fin llegaron a buscarme mi amiga, me abrazó y me dijo que me veía hermosa con mi vestido, luego mi padre y mi amiga me ayudaron a subirme al auto y partimos rumbo a mi boda. ¡Oh, qué nervios!

Una vez que ya llegué, me bajé y empecé mi marcha rumbo al altar, pero esto no fue como otros matrimonios, ya que, le tenía una pequeña sorpresa a mi amado! Nada más, ni nada menos que entrar cantando al altar, ese momento fue el más emocionante, sentí que mi voz no iba a salir, pero cuando ya empezó la canción, me fui controlando de apoco mis nervios y aunque sentía que estaba cantando como una ovejita (porque mi voz tiritaba de los nervios), cuando ya llegué adelante por fin pude tomar control de mi voz y ver a mi esposo todo emocionado prácticamente llorando, me emocioné tanto, que no sabía si seguir cantando o ponerme a llorar junto con él. Pero bueno, menos mal que pude controlarme y terminé mi canción, la verdad que al momento de girarme a ver mis invitados estaban todos emocionados secándose sus lágrimas lo que me provocó mucha alegría, no porque estuvieran llorando, sino que, sentí que sintieron lo que quise expresar con la canción Aleluya! Luego inició la ceremonia, la pastora dio unas palabras e hizo pasar a mi hijita con los anillos, ese momento nunca lo olvidaré, ver como mi pequeñita de 2 añitos corría a entregar nuestras argollas, con ese vestidito blanco con rosado y esa coronita que la hacía ver tan hermosa, simplemente no tengo palabras para describir ese momento.