El matrimonio de Exequiel y Vannia en Antofagasta, Antofagasta
En la playa Otoño Naranja
E&V
09 Abr, 2017La crónica de nuestro matrimonio
Junto a Exequiel nos encantaba la playa. La mayoría de nuestros paseos terminaban en la costa, mirando la puesta de sol o disfrutando del oleaje. No era una idea loca el realizar una de las ceremonias más importantes de nuestras vidas en aquel lugar. Así es que comenzamos a ver los preparativos con el tiempo suficiente para poder concretarlos. Él en su trabajo, yo en mi internado, juntos compartíamos el tiempo, opiniones, el buscar ideas y tomar decisiones, como por ejemplo el lugar. Fue toda una apuesta, ya que la playa quedaba un poco alejada de la ciudad, pero queríamos poder sentir la brisa marina, caminar en la arena descalzos y realmente sentir que estábamos allí.
Nos hicimos grandes amigos de Pinterest y buscamos por todas las páginas las ideas que queríamos para nuestra boda, realizarlas juntos fue lo mejor. Desde letreros hasta los recuerdos de nuestra boda, en gran parte salieron de nuestras manos, lo que le dio un gran toque personal y muy bonito.
Nuestros amigos y familias tenían la ubicación del lugar por Google Maps que incluimos en el parte y gracias a la tecnología a medida que llegaban enviaban su ubicación mediante Whatsapp a los demás. Llegué en un hermoso escarabajo descapotable y desde la cima pude ver como todos nos esperaban para comenzar la ceremonia. No salí hasta que mi futuro esposo había caminado por el pasillo de flores y dado la espalda hacia el auto, miraba hacia el mar, esperando mi llegada. Fue dada la señal, así es que tomé el brazo de mi padre y bajamos hacia la playa. Fueron pasos muy rápidos hasta llegar, olvidé por completo el son de la música, sus ojos cautivaron mi corazón.
Seguir leyendo »La ceremonia fue preciosa, emotiva, con chistes incluidos y bastantes lágrimas de alegría. Los abrazos de todos nos hicieron notar la felicidad compartida y el acompañarnos en hacer esta "solemne" ceremonia alejados de la ciudad, descalza, en la playa, con el viento en la cara y nuestro corazón unido para la eternidad.
Y la recepción. bueno, la mejor cena, el mejor maestro de ceremonia, los mejores juegos, los mejores cantantes, los mejores vídeos, el mejor karaoke. Una velada que, al recordar, puedo sentir el dolor de mis mejillas de tanto reír, solo para terminar con la voz de mi amado, nuestro recién inaugurado departamento y nuestra luna de miel.
Definitivamente, ¡no pudo ser mejor!
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