El matrimonio de Feli y Vero en Curicó, Curicó
Elegantes Verano Blanco y negro 7 profesionales
F&V
09 Ene, 2016La crónica de nuestro matrimonio
Nos casamos el día Sábado 9 de enero, después de casi 10 años de pololeo, fueron casi 10 meses de preparación, cuidando cada detalle para que todo saliera como siempre soñamos y así fue, esta es nuestra crónica (aquí ustedes tienen que gritar y aplaudir).
Si ustedes pensaron que se encontrarían con la típica historia, ¡olvídenlo! ¡Saben que soy una loquilla! Y quiero contar todo lo que paso ese día, cada detalle. Ese sábado como fui la novia nervios de acero, me desperté cerca de las 10 de la mañana, muy relajada, en mi casa todos igual, era como un sábado común y corriente, antes de desayunar deje todo ordenado encima de mi cama, para que nada se me fuera a olvidar: los dos pares de aros (iba a decidir peinada y maquillada) los zapatos, ropa interior, el tocado, el rosario que usaría junto al ramo, las zapatillas de novia y la bata para usar durante las fotos del maquillaje, ¿la bata? ¿Dónde estaba la bata? No aparecía por ninguna parte, al parecer la había votado el día anterior en la bolsa en la que venía (tantas veces me ha pasado eso) ¿qué hacía? Fácil, me vestí y me fui al centro con mi mamá, después de recorrer varias tiendas, nadie tenía batas, volví a mi casa, resignada, no usar bata no cambiaba nada. Ya eran las 12:00, de repente mi mamá dice “ya sé dónde está la bata” ¡y la bata apareció milagrosamente! Son tan sabias las mamis. A las 12:30 Felipe me pasó a buscar, se nos había olvidado dejar en el centro de eventos nuestras copas, así que aprovechamos de ver como estaba todo, yo estaba tranquila, ya estaban montando todo, conversamos un rato con el encargado del local, nuestro querido Franklin, a esa altura ya éramos amigos. Luego nos fuimos al departamento de Felipe (que ahora es nuestro departamento) ensayamos el baile, nos reímos mucho, se me olvidaban los pasos, ya estábamos entregados. Me iba a ir a mi casa, cuando se me ocurre preguntar a Felipe por su camisa (si Cata, la famosa camisa) y no la tenía planchada, si dejaba que él lo hiciera la pobre camisa parecería acordeón, así que la planché y me vine a almorzar a mi casa. Almorzamos en familia como cada fin de semana, todo tranquilo, a las 3 hasta dormí la siesta, desperté ¡y recordé que me faltaba lo azul! Una de mis cuñadas terminó cosiendo una cinta azul a mis calzones de novia.
Seguir leyendo »Con mi mamá teníamos que estar a las 5 en el hotel para el maquillaje y peinado de las dos, llegamos al hotel, nos instalamos en la suite (que fue un capricho mío, lo reconozco) pasaba el rato y no llegaba el estilista, 5:30 y mi mamá ya pensando en donde me podía llevar para que me peinaran, ¡yo viendo tele! A las 5:40 llegó el estilista y la maquilladora, empezaron su trabajo, llego el fotógrafo… mientras me peinaban y maquillaban mis dedos volaban en el celu, hablaba con todo el mundo, estaba muerta de la risa con un grupo que tenemos los compañeros del colegio. Felipe me mandaba fotos de como habían quedado los arreglos florales en el local, para que me quedará tranquila, no me quise vestir en el hotel, para mi tenía un significado muy especial el vestirme en mi casa y salir desde ahí vestida de novia, así que terminado el maquillaje y peinado, el mismo fotógrafo nos llevó a mi casa. 19:20 Entramos y todos en el patio conversando y riendo ¡Nadie estaba vestido! Ahí mi mamá se empezó a poner nerviosa, tanto que la pobre no me podía cerrar el vestido, me tuvo que ayudar la esposa del fotógrafo. Salí del dormitorio de mis papis y mi familia me miraba con cara de puro amor, todos me decían que me veía muy bonita, mi corazón no daba más de felicidad, ahora ya todos estaban guapos para mí. Nos sacamos muchas fotos afuera de mi casa… partimos todos juntos a la iglesia, eran las 20:05, la ceremonia empezaba a las 20:30 y yo odio la impuntualidad, ¡novia al revés!
Me fui en el auto con el hermano de Felipe, que era nuestro chofer, su hijo y mi papá, pasamos a La Alameda a tomarnos más fotitos (la iglesia estaba a media cuadra) ahí la gente nos tocaba la bocina, nos aplaudían, nos tiraban buena onda y tallas, ¡me sentía famosa! Después de eso, llegamos a la iglesia, ya todos estaban dentro. Veía a Felipe iniciando su entrada de la mano de su sobrino, mi entrada fue distinta porque yo entré del brazo de mi papá y a mi otro lado iba mi mami, para mí los dos merecían ser protagonistas de esta historia. Entré a la iglesia feliz, me sentía flotando, no podía dejar de sonreír, miraba a los invitados, todos me veían con sonrisas, lleguen junto a Felipe, besé a mis papis y les dije cuanto los quería. Mire a Felipe y él estaba a punto de llorar, estaba muy emocionado y nervioso, me recibió con un beso en la frente, yo seguía flotando, la ceremonia duró media hora, fue muy bonita, hasta con anécdota, ¡al curita se le cayeron los anillos! La madrina de Felipe en el suelo recogiéndolos, terminó la ceremonia, todo el mundo nos abrazaba, el fotógrafo nos había dicho que no saludáramos a mucha gente para tener tiempo para ir a sacarnos fotos antes de la recepción, pero que tenía yo que ver con fotos, ¡era mi día! ¡Era mi gente! ¡Abracé a medio mundo! Luego de eso nos fuimos a la plaza de Curicó a las fotitos, ahí brindamos con vasos plásticos que nos dio Patricio, ¡estábamos casi deshidratados! Nos sacamos muchas fotos, todas muy bonitas, la gente nos miraba, se acercaron un grupo de chicos/as que tenía entre 15 y 17 años, nos pidieron sacarse una selfie con nosotros, nos agradecieron y felicitaron.
Con Felipe decidimos irnos solitos al centro de evento, él manejo y yo me fui a su lado, en esos 10 minutos conversamos mucho, Felipe no paraba de decirme lo linda que me veía, comentábamos la ceremonia, nos reíamos del curita y los anillos. Llegamos al centro de eventos y empezó lo que tanto habíamos esperado. La dueña del Olimpo (centro de eventos) nos dijo “chicos, es su noche, brillen, créanse el cuento y compartan con todo el mundo, yo les avisare los tiempos, ustedes solo disfruten”. Debíamos aparecer entre el humo, con una canción prendida, saludando a medio mundo, casi como estrellas de cine y así lo hicimos, fuimos recibidos con aplausos, hicimos un brindis, agradecimos a nuestras familias y a quienes nos acompañaron, les dimos la bienvenida, terminando el brindis se nos acerca Franklin y nos dice “chiquillos, no llegaron los 100 kilos de hielo que encargaron, pero no se preocupen veré qué puedo hacer” yo miré a Felipe, él salió con Franklin y al rato me dice “lo consiguieron, tranquila” ¡y no me acordé más del hielo! Después de eso, nos separamos, cada uno fue saludando a todo el mundo y compartiendo con cada grupo, nos sacamos fotitos con la piscina de fondo, todo el mundo decía que todo estaba muy rico y que había mucha comida, nosotros casi no comimos, porque la vez que lo intente me manche el vestido y Felipe no quería nada, seguía nervioso.
En la cena, tuvimos un saxofonista que toco bossa nova y jazz, fue muy aplaudido por todos, nos sacamos fotitos por mesa, entregamos los kit anticaña a los hombres (que fueron súper bien recibidos, todos reían cuando leían el cartelito) y los espejos para las mujeres. Luego de la cena, vino el buffet de postres, ¡otro acierto! A todos les encantó, nosotros debíamos acercarnos al buffet saludar a los encargados, nos contaban en qué consistía cada postre y nos daban a probar, terminamos casi con coma diabético. Pero todo estaba delicioso, ¡luego venía nuestro baile! Había un animador en off, que invito a toda la gente a la pista de baile, al medio nosotros bailamos “el mundo” de Sergio Dalma, los primeros dos minutos bailamos solitos, después invitamos a nuestros papas a bailar con nosotros, salió muy bonito, todo el mundo emocionado, todos nos grababan, cuando ya terminó la canción, vinieron los aplausos y supimos que era prueba superada, ¡ahora solo había que disfrutar! Enseguida comenzó la fiesta, todo el mundo salió a bailar, hasta mis abuelas, nuestros invitados estaban muy contentos y se notaba. El baile entretenido, ¡otro acierto! Fue genial ver a gente de distintas edades bailando y riendo, también tuvimos competencia de coreografías entre solteros y solteras, casados y casadas, entregamos los dijes, partimos la torta, lance el ramo, Felipe lanzo la liga junto a una camiseta de la selección (no me saco la liga, eso no me gusta). Además entregamos cotillón que a todos les encanto, hubo menú de trasnoche, pero ya nadie comía, decían que no podían más, los invitados empezaron a irse cerca de las 5 de la mañana, el último se fue a las 5:30, nosotros llegamos al hotel a las 6:10 de la mañana, ¡cansadísimos pero felices!
¿Saben? No cambiaría absolutamente nada de nuestra ceremonia ni de la celebración, para mí todo fue perfecto, ¡disfruté todo! El no sentir nervios me sirvió tanto, tenía super claro que si algo fallaba, no podía hacer nada, si se olvidaba algo, nadie lo sabría y eso me dio mucha tranquilidad, no hay minuto de la celebración que haya olvidado, jamás olvidaré como mi papá bailo toda la noche, como mi mamá no paraba de reír, como mis hermanos me miraban con cara de amor o como Felipe me decía “estás feliz, me encanta verte así” ¡fue mi noche y brille! ¡Y flote! ¡Fui una estrellita!
¡Perdón por hacer la crónica más larga de la historia! Pero necesitaba compartir con ustedes cada detalle de mi día, no las conozco físicamente, pero siento que fueron tan importantes en este proceso, ¡gracias por todo!
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