El matrimonio de Gary y Paulina en Los Ángeles, Bío-Bío

¡Llovía y hacia mucho frio! De todo el mes de septiembre, fue el día más frío, ¡incluso cayó agua nieve! ¡Pero eso no fue impedimento para dar el sí!

Estábamos todos listos para pasar en la iglesia, esperando que comenzara la música, pero ¡se cortó la luz! ¡No! Justo habían enchufado los dragones para calentar el salón de la recepción que está al lado, y eso hizo un corte, menos mal que duró solo unos minutos. Llego la luz, y estábamos otra vez: ¡listos para pasar! Pero, ¡la pianista no estaba! ¡Ah! Tuvo una emergencia y tuvo que salir corriendo. Así que todos esperando ya medios nerviosos, pero cuando finalmente llegó: ¡ahí sí! Pasamos todos y comenzó la ceremonia. Que fue muy emotiva y hermosa. El pastor era un pastor muy amigo de nosotros, así que nos conocía bien y cada palabra que decía tenía un significado especial. Regalamos rosas a cada matrimonio para que ellos no olviden la promesa de amarse toda su vida. Hicimos la oración de bendición ¡y el pastor nos declaró marido y mujer! ¿Que viene después de eso? ¡El beso! De tantos nervios, el pastor se olvidó, así que todos le recordamos y bueno, fue un momento anecdótico que saco más de una sonrisa! ¡Obviamente nos dimos el beso!

Luego pasamos al salón al almuerzo, estuvo todo muy lindo, los animadores fueron mi prima y el tío de mi esposo. Una chilena y un argenitna, mezcla interesante, hubo juegos, comida rica vegetariana y lo que más rescato es un poema que hizo mi mamá y lo relato y actuó junto con mi papá, en el que ahí se contaba la historia de cómo empezó todo. Hasta el gran día. Todos terminamos llorando de la emoción, con tantos sentimientos inmersos en ese poema. Nunca lo voy a olvidar ya que ellos lo imprimieron y nos lo regalaron en un pergamino para que lo tengamos.

Luego de la recepción, teníamos que terminar a determinada hora porque faltaba todavía la sesión de fotos que sería en el lugar de la noche de bodas que tiene un parque precioso, lagunas, puentes, etc. ¡Así que nos despedimos y partimos a sacarnos las fotos!

Hacia tanto frio y llovía, que mientras el fotógrafo ajustaba todo nosotros estábamos bajo techo y solo salimos a la intemperie para la foto. Ya los pies estaban cansados así que a esas alturas estaba con zapatillas deportivas y solo me empinaba de puntitas de pie para la foto ¡Total el vestido tapa todo! Era mucho el frio que hacía así que sacamos menos fotos de las que hubiésemos querido pero no aguantábamos más, todos los pies mojados, barro y lluvia, ¡pero nos reímos mucho!

El fotógrafo que es amigo nuestro estaba con su novia que era su asistente y luego de la sesión de fotos fuimos los 4 a la pieza del hotel que estaba con calefacción y nos sacamos los zapatos y los pusimos en la estufa un rato para entrar en calor, antes que ellos tuvieran que salir otra vez.

Las anécdotas y los obstáculos que aparecen en el camino, no lo son cuando uno quiere estar de todo corazón con la persona que más ama en la tierra. Hubiera cambiado algunas cosas, hubiera delegado más personas para el trabajo, etc, ya no se hizo, pero lo que hubiese hecho tal cual es haber elegido a este hombre maravilloso que me hace tan feliz. ¡Y disfrutar estos meses que llevamos juntos! el haber recibido la bendición de Dios ante el altar, el ver las caras de orgullo y felicidad de nuestros padres. El que él diga que soy era la mujer más hermosa del mundo ese día y que lo sigo siendo para él. El ver que a pesar del frio nadie lo sintió en el salón, porque la calidez del ambiente era superior.

Se pasa muy rápido ese día, pero vale la pena invertir mucho más en momentos que en cosas, invertir en la luna de miel, en el programa que se tendrá, en el libro de firmas para poder leer otra vez las palabras de cariño de los seres queridos. Eso con el paso del tiempo se valora mucho más que un salón de lujo o un vestido carísimo. Todo eso pasa. Las personas quedas, los momentos, las miradas.

Y lo verdaderamente importante, ¡Dios al centro de todo!