El matrimonio de Juan y Geraldine en Talagante, Talagante

La crónica de nuestro matrimonio

¿Nervios? Sí, pero lo típico, que todo salga bien. Al vestirme, no podía creer que me estaba casando, cuando me maquillaron y quedé lista fue: "¡Wow! ¿ De verdad soy yo?". Luego lágrimas de mis papás, de mi hermana y cuñado, dejé que fluyeran las emociones, qué más da, es mi día.

Mi esposo, vistiéndose en la casa de sus padres, no creyendo que estaba a punto de dar un paso tan importante. Una vez en el auto, pasamos a un negocio, compramos cinta y enchulamos el auto. Yo riendo porque no lo habíamos hecho antes, sin estresarme en lo absoluto, por que ese era mi día, no importaba si los detalles se veían interrumpidos por aventuras del día. Lo especial era disfrutar incluso aquello que se improvisó.

Fue un día lleno de cosas milagrosas e increíbles, el sol no se escondió hasta que terminó la ceremonia. Recuerdo que nos iluminaba como si la mano de Dios nos estuviera bendiciendo. El clima era muy cálido, toda la semana había estado nublado y con cara de lluvia, pero ese día el 07 de octubre, el sol alumbraba como si hubiera un gran evento, mis invitados pensaban que se había calculado el horario para que el sol nos iluminara justo en el tiempo de nuestra bendición, pero no, no se había calculado. Tan solo era un regalo especial que desde el cielo nos tenía.