El matrimonio de Juan Pablo y Javiera en Vitacura, Santiago

La crónica de nuestro matrimonio

Maravilloso.

Una celebración redonda, de principio a fin.

Mi mañana y la suya fueron distintas, pero el amor con que nos miramos en el instante de entrar a la iglesia era el mismo de siempre potenciado por millones de miradas de romanticismo. El coro, sus hermanos y primos, otra maravilla, un coro de ángeles. Todos quedaron en las nubes con sus lindas voces, con la homilía del sacerdote y con nuestros votos y oración de novios.

Luego, un lindo coctel familiar, una moda no bien vista a nivel de matrimonios en salón, el Club Sirio Unido, se las mandó. La banquetera, el dj, la decoradora, todos hicieron un muy buen trabajo, de calidad y cariño que se veía y sentía como si hubiera sido preparado para ellos mismos.

Los buenos comentarios de cada uno de los participantes son los que ayudan a definir el día de mi matrimonio. Fue un día personal, íntimo y compartido con quienes queríamos que estuvieran ahí. Sin compromisos, sin malas caras, todos bailando, comiendo y tomando. Un dj que no dejaba dar respiro ni descansando a nuestros pies. Garzones que no dejaban de traer comida, dos barras bien completas.