El matrimonio de Kano y Caro en Olmué, Quillota

La crónica de nuestro matrimonio

Después de tantos preparativos llegó el día.

A pesar de vivir varios años ya con Carolina y tener prácticamente una vida de familia armada junto a nuestra pequeña Consuelo, y en contra de lo que yo suponía, los nervios de verdad afloran, y cómo no, si es el momento tal vez más importante de nuestras vidas junto con el nacimiento de nuestra hija, quien sin duda también disfrutó de todo este proceso de tantos meses de preparación, de probar comidas, vestidos, lugares, adornos, música. La fiesta de los papás o el día que nos casamos los 3 como Consuelo nombraba esta fecha, al fin había llegado.

Olmué, 15 de noviembre, con un día perfecto y cuando el sol ya se ponía, Carolina entraba en la Iglesia, mientras con la voz algo temblorosa yo la recibía cantando una de nuestras canciones. Fue una ceremonia religiosa maravillosa, donde pudimos entregarnos el uno al otro como un compromiso eterno ante nuestro Dios, familias y amigos.

Luego de eso no quedaba más que celebrar este momento de alegría infinita junto a nuestros seres más queridos, una entrada mágica (literalmente), homenajes a nuestros padres, fiel ejemplo del amor en el matrimonio, fotografías por doquier para perpetuar en papel aunque sea una ínfima parte de la felicidad que nos invadía. Una cena espléndida con música en vivo, las canciones de la banda sonora de nuestra propia historia. Momentos dulces, concursos, risas, ramos volando y dardos intentando quedarse con la tan esquiva liga. Música de nuestro gusto, baile, sorpresas, whisky y tequila en la barra, risas y aún más felicidad en los rostros de quienes nos acompañaron.