El matrimonio de Luis y Jenny en Puente Alto, Cordillera

La crónica de nuestro matrimonio

Para mi el día de nuestro matrimonio sigue siendo un momento inolvidable, al principio un poco caótico, por todo lo que implica a la novia (peluquería, maquillaje, vestido, etc.), pero no puedo negar que después de estar lista, subí al auto y todo lo demás fue simplemente maravilloso. La gente en la calle aún se alegra de ver un matrimonio, muchos saludos y bendiciones por todo el camino hasta la iglesia, debo confesar que unos minutos antes de llegar, me emocioné mucho, pero pensé no, ¡el maquillaje! y en mi cabeza mil recuerdos de cuando iniciamos nuestro amor, ya eran casi 20 años de estar juntos, de un pololeo vitalicio, por distintas cosas y pensaba mientras, que perdería mi apodo de novia fugitiva. Llegó el momento de bajar y miro la iglesia, cielo azul, hermoso sol y un hombrecito toma mi mano para llevarme al altar, escucho el Ave María y los nervios se disipan lentamente, se hace eterno ese estrecho pasillo, donde mi futuro esposo espera. Esta de espaldas, el padre no lo deja voltear hasta que yo llegue. Ese hombrecito, nuestro hijo, finalmente entrega mi mano y es allí donde siento lo más hermoso "eterno amor". Fue una encantadora ceremonia, culminamos con el beso y la marcha nupcial nos acompañó ya como esposos, tomados del brazo como en épocas antiguas.