El matrimonio de Marcelo y Nathalie en Temuco, Cautín
Elegantes Verano Morado 8 profesionales
M&N
19 Ene, 2019La crónica de nuestro matrimonio
Cuando miro hacia atrás, aún me parece un sueño todo lo vivido con mi Marcelo en ese, nuestro gran día. Es más, se me eriza la piel cuando recuerdo los detalles, las risas, las miradas, las lágrimas y todo el cúmulo de emociones que sentí y que nos les miento, aún sigo sintiendo.
Esa fue una semana intensa para ambos, ya que como hicimos todo por nuestros propios medios y con proveedores separados, debimos afinar muchos detalles: correr por arriendos faltantes, hacer compras, terminar manualidades y un sin fin de cosas que se veían pequeñas, pero que consumieron una buena porción de nuestro tiempo. Lo bueno era que, al final del día, al acostarnos juntos y apachurrarnos, nos dábamos ánimo para lo que se venía, estábamos ambos con una ansiedad incipiente y que la manifestamos de diferente forma, pero con la base de una felicidad que se nos venía encima.
Durante la semana mi hermano, que fue mi gran apoyo, y mi prima me ayudaron a terminar varios detalles que tenía considerados, como los marca sitios, los conos de pétalos que debíamos cerrar para que no se dieran vuelta en la caja, armar los recuerdos, pegar etiquetas de recuerdo en vasos, bombillas, encendedores y sobres, entre otras cosas más.
Seguir leyendo »Y bueno, el gran día partió temprano, nos acostamos tipo 2 am, ya que Marcelo, como buen bartender, quiso hacer los cocktails de la recepción con sus manos y asegurarse de que fuesen unos tragos sabrosos, y obvio, cumplió de las mil maravillas su cometido, recibió muchos cumplidos. Nos levantamos a las 7 porque a las 9 am nos entregaban el local y debíamos dejar todo coordinado con nuestros proveedores para que a las 3, cuando iniciará nuestra ceremonia en la iglesia, ellos tuviesen todo en marcha.
Para el traslado de las cosas contamos con la ayuda de mi suegro y cuñado, nos fuimos en caravana a dejar todo, los autos iban llenos y mi casa poco a poco comenzó a quedar vacía. Esos días no había por donde pasar, todo estaba lleno de cosas para el matrimonio, era un mini caos.
Luego de dejar las cosas yo me fui al departamento que arrendamos por Airbnb para que durmieran nuestras madres, que venían de ciudades distintas y no tenían donde llegar, y aprovechamos de usar el mismo departamento para mis preparativos y la posterior noche de bodas. Nos salía considerablemente más barato que un hotel, que la verdad solo tenía el plus del desayuno buffet, así que fuimos mega prácticos en esa decisión (obviamente en la noche de bodas estábamos solos).
A eso de las 11 llegó Camila, mi estilista, me dejó tan linda que imposible no recomendarla. Mientras ella me preparaba mi mamá me instaba a que comiera algo, pero con la ansiedad mi estómago se comenzó a apretar y solo podía comer de poquito en poquito algunos bocados, creo que solo en eso noté mis nervios. Mientras tanto, aproveché de hacer los últimos pagos y ver la lista de regalos. Ese día llegaron varios, como buenos chilenos a última hora.
Luego llegó el equipo de fotografía y video y dieron vuelta el departamento, moviendo cosas y buscando una estética para las tomas, pero por malas coordinaciones andaban medios estresados y nos trasmitieron el estrés a los que estábamos ahí (mi estilista, mi hermano y yo). Yo ni tonta ni perezosa ya había considerado una idea, el tener algo de alcohol para relajarme, estuve con mi botella de Spirit y arándanos y me relajé nuevamente.
Luego llegaron una amiga y mi prima, las quería ahí para que me ayudaran a vestir, pero llegaron super tarde, no me acompañaron mucho, pero si me ayudaron a amarrar el vestido y dejarlo armadito, digno de princesa, y ya lista para iniciar marcha a la iglesia. Al salir del departamento con mi hermano le avisamos a Marcelo que íbamos en camino y que en unos minutos estábamos allá.
Cuando llegamos a la iglesia aún había gente afuera y venían llegando algunos (y eso que cité a las 2:30 para que llegaran a tiempo). Marcelo y el Padre estaban en la entrada conversando y no se dieron cuenta de mi llegada, así que cuando se dieron cuenta empezó todo. Cuando lo vi fue mágico, ya que como él no me vio de inmediato fue más lindo el momento. Logré escuchar la música que uso: “Love of my life” de Queen, de haber estado dentro seguro que me habría re emocionado, probablemente, y mi corazoncito revoloteó de felicidad infinita y mi sonrisa no dejó de estar presente en todo momento.
Una anécdota fue que cometí el error de bajarme del auto cuando aún sonaba la canción de él, nadie me dijo que debía esperar a que terminara, y bueno, ahí tuvieron que correr los pobres fotógrafos. Nos acomodamos y nos dimos nuestro tiempo con mi hermano, le dije: “Nah, si ya estoy acá, debo lucirme, así que todo lento”, y así fue. Empezó a sonar mi canción, al final opté por el Canon en Re Mayor. Me paré en la entrada mientras sonaba, esa melodía me empapó por completo e inicié mi camino cuando me sentí lista y sonaba más lindo el tema, lo esperé, mientras nuestro paje tiraba pétalos. La pobrecita los tiró de a uno, fue tierno y chistoso a la vez, así empezó todo…
La iglesia era sencilla y linda, con las flores que compramos y con la mesita en la entrada con los conos de pétalos y las varitas de buenos deseos. La ceremonia fue hermosa, lúdica y muy cercana, el Padre se lució y encantó a todos con su forma particular de oficiar nuestro enlace. Salimos de la iglesia al son del Himno de la Champions League, casi nadie lo notó eso. Sí, aburridos, a pesar de haber levantado nuestros brazos en señal de triunfo. Anyway, lo hicimos y nos dimos el gustito.
Nuestro auto era hermoso, un Lincoln azul demasiado bacán. Tomás, el dueño y chofer, es encantador. Hicimos un pequeño brindis de camino al salón y nos fuimos en caravana hacia el salón. Fue lindo ver a nuestras familias y amigos tocarnos la bocina y felicitarnos desde los autos. Nos fuimos directo hacia allá, ya que queríamos ser nosotros los que recibieran a los invitados, y así lo hicimos.
Cuando llegamos al salón aún no estaba todo listo, el área del cóctel, sí, por suerte. Así que luego de revisar algunas cosas y recibir algunas felicitaciones, dimos la bienvenida a la fiesta con un cóctel exquisito y variado. Tuvimos un barril de cerveza artesanal que causó sensación, además de los cocktails que preparó Marcelo y de aguas saborizadas. Para las aguas y la cerveza compramos vasos desechables a los cuales les pusimos unas etiquetas que hice con nuestro logo, además, teníamos pajitas (bombillas) personalizadas, hice unos banderines que les pegamos y les dieron un look diferente a las agüitas. En otro rincón estaban los protectores de taco con un cartelito que diseñé, y en los baños señalizados con su respectivo cartel personalizado. Estaban disponibles los kits de emergencia, las pantuflas y los kits anticaña (esto se suponía que saldrían en el trasnoche, pero las chicas de la banquetería los pusieron ahí nomás).
El candy bar lo montamos con dulces vintage, compramos solo dulces de nuestra infancia (principios de los 90) y mis invitados lo vaciaron, en serio, ¡se comieron todo! Yo solo alcancé a sacar un pololeo y sería, recibimos muchas felicitaciones por ese detalle.
Nuestro sitting plan fue sencillo, reciclamos una puerta y en ella pusimos a modo de banderines la distribución de invitados por mesa, cabe señalar que diseñamos estos carteles y los números de mesa con la temática de dibujos animados que nos gustan.
Nuestro rincón boho también gustó mucho, ahí pusimos algunas fotografías sobre unos pallets (las chicas de ilumina banquetería nos ayudaron con la logística). Cerca de las aguas nuestro cuadro de firmas y los aros de flores colgando del gran árbol que nos cobijó del calor que hizo ese día en Temuco.
Mientras nuestros invitados disfrutaban del cóctel, nosotros nos arrancamos a nuestra mini sesión fotográfica, que ahí mismo en el recinto, y como andaba con tacos fuimos en el auto. Lamentablemente, chocamos con una barrera que ninguno vio. No nos pasó nada, solo el auto tuvo una abolladura pequeña, recuerdo y anécdota del gran día.
Luego, volvimos para dar inicio a la cena, cuando llegamos ya todos habían pasado al salón y estaban en sus mesas, entramos al son de Bee Gees y “You Should Be Dancing” no preparamos ninguna coreografía, tuvimos la intención, pero luego nos dimos cuenta de que nos sentiríamos más cómodos siendo nosotros mismos e improvisando, mal que mal éramos los reyes de la fiesta, así que hicimos lo que quisimos, jugamos y bromeamos con pasos disco, demasiado entrete todo.
Posterior al brindis de agradecimiento, seguimos con la cena que estaba exquisita y las respectivas fotos por mesa (queríamos hacer algo distinto, pero el fotógrafo se complicó). Luego, los discursos o palabras por mesa; la torta hermosa y sabrosa, al igual que la variedad de postres que presentamos en el buffet. Mientras todo esto sucedía, llegó nuestra fotocabina y nuestros invitados estaban fascinados jugando a sacarse fotos y haciendo juegos, ahora tenemos un libro lindo con mensajes y fotos locas.
Mi Marcelo me cantó una canción de Elvis, “Can't help falling in love”. Fue hermoso ese momento, y con eso dimos inicio al karaoke, donde mi cuñada se lució como Cecilia la incomparable.
A continuación, correspondía realizar el baile, así que bailamos nuestro vals, el tradicional “Danubio Azul” y luego nuestra canción “You make me feel Brand new” de Simply Red. Con eso empezó el mambo y bailamos muchísimo, hicimos el breack para los juegos: el ramo con cintas y luego la revancha con el lanzamiento del ramo que había preparado, el cual se dividía en 3, la sensual liga y su posterior silla musical, además de los dijes que entregamos con una piñata que hice y que colgamos en un rincón del salón. Seguimos el baile, nos cambiamos zapatos a nuestras zapatillas LED (idea que sacamos de acá, de la App, de Fabiola) y con ello sacamos el cotillón, y ya finalizando la fiesta, la trasnoche con el consomé y los choripanes que no alcancé a probar.
Y así se fueron yendo poco a poco nuestros invitados, solo unos cuantos se quedaron hasta el final, y aunque pusimos música más relajada para que se fueran, siguieron bailando con nosotros, así que cerramos la pista y el bar ya en el tope de hora que nos habíamos propuesto: 4 am.
Comenzamos el retiro de las cosas junto a la familia, y ya a las 5 nos retiramos del lugar a descansar y con la convicción de haberlo dado todo y haber disfrutado cada instante al máximo.
Hoy doy a gracias a la vida, a Dios, al universo, a mi familia y amigos por haber podido vivir un día tan bello junto al amor de mi vida, y que de seguro atesoraré con cariño en mi corazón por el resto de mi vida.
Somos unos afortunados por encontrarnos, por amarnos y, como dice nuestro cuadro: “Somos una casualidad llena de intención”.
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