El matrimonio de Nacho y Cote en Ñuñoa, Santiago
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21 May, 2016La crónica de nuestro matrimonio
Casarse es una experiencia tremenda y para nosotros tuvo un gustito especial, ya conociéndonos tanto, casados por el civil hace años y teniendo un hijo, un matrimonio se convierte en una gran celebración al amor.
No puedo referirme sólo a ese día, los entretelones comenzaron una semana antes. Por más que creas que todo está andando, la última semana es un caos total con todos lo que hay que hacer, pero a pesar de todo mis ejercicios de respiración y música antes de dormir me tenían muy tranquila; pero no así el novio. Nacho colapsó, sentía mareos, no dormía bien, tomaba café todo el día y por supuesto le bajaron las defensas; a tres días del matrimonio, en el ensayo de la iglesia, me confesó que estaba con neumonía. Tomé aire y le pregunté si le habían dado licencia, dijo que sí, pero no se la tomó porque debía dejar todo listo antes de la luna de miel. Con el mayor cariño comencé a cuidarlo, sin embargo, caí yo: bronquitis. Ambos con antibióticos, continuamos con la vorágine del matri, como si nada pasara y tratando de que nadie se diera cuenta que estábamos para el gato.
Seguir leyendo »Siempre pensé como iba a dormir la noche anterior al matri, pero ese viernes dormí como nunca, me acosté temprano, puse música y no supe de mi hasta el gran día.
Día antes habíamos seguido el pronóstico del tiempo, todo decía que iba a muy frío, pero nadie presagiaba la lluvia y ¡llovió! Algo cambiaba los planes, sin embargo, me armé de valor y seguimos. Se suponía que todo iba a estar pasando en casa, mi suegra iba a llegar a las 11 para poder maquillarla (no quiso gastar y yo la mensa le dije que lo haría). Mi sobrino y mi hermana llegaron temprano, mi hermana estaba ansiosa porque la maquillarían a ella antes y mi sobrino me entregaría en la iglesia. Todo iba como relojito, llegó la maquilladora, yo me instalé a copuchar encima de la cama mientras maquillaba a la Ceci, pero miraba la hora y mi suegra no llegaba. A las 14:20 llegó, le habían hecho rulos, pero como llovía se le desarmaron y venía con el pelo como chuzo. Me dio pena no maquillarla, así que la senté y comencé hacerlo igual a como habíamos hecho la prueba días antes. Al terminar se puso histérica y dijo que no le gustaba, pero ¿cómo? si era lo mismo que habíamos hecho para la prueba, ¿se pueden imaginar lo que sentí? la novia pasando rabias por un favor, el mismo día del matri, me mordí la lengua y le corregí lo que no quería. De ahí en adelante el tiempo voló, a penas me senté para maquillarme llegó la fotógrafa. Entre medio me maquillaban Nacho me alimentaba, obvio sin nada de apetito. En un momento la casa fue un caos, todas las puertas de los closet abiertas, todos empezaron a correr y gritar, mi perrita ladraba, eran las 16:00 y Nacho tenía que irse, ese fue el justo momento en que mi estado Zen me abandonó, ni aunque el Dalai Lama me hubiese calmado lo habría logrado. Nos habíamos atrasado, corrí a ponerme el vestido y mi hermana no se la pudo, le grité ayuda a la maquilladora y ahí estaba yo, agarrada de la pared mientras dos mujeres me apretaban el corset, entre medio echándome perfume y lavándome los dientes.
Milagrosamente 20 minutos antes de salir abrió el día y salió el sol, pero hacía un frío del terror, pero yo figuraba saliendo pilucha con una chaqueta de cuero en la mano, pidiéndole a mi sobrino que me agarrara del brazo para no caerme. Entre medio los vecinos gritando, sacándome fotos, me sentía como en la gala de Viña. El auto era muy ondero, pero el chofer no sabía bien el camino y estuve todo el tiempo indicando dónde debía doblar, la gente nos saludaba en la calle, tocaban la bocina y yo.¡histérica!
Llegamos a la iglesia con escándalo, tocamos la bocina para advertir nuestra llegada y mientras bajaba veía como todos corrían por la iglesia para ordenarse como lo habíamos ensayado. Cuando entré tiritaba y mi sonrisa no podía estar más rígida, no sé si de nervios o frio, todos me miraban yo miraba al suelo para no caerme y entre medio saludaba a la gente para no romper en llanto.
La ceremonia fue más larga de lo que pensaba y seré muy sincera: me sentí como Charlie Brown escuchando a la profesora (las más maduritas entenderán a que me refiero). Mi bebé se portó un 7, a pesar de que no habíamos ensayado, entregó las argollas en nuestro nidito y todos se derritieron al verlo. Al fin estábamos casados por la iglesia, salimos como familia y todos nos gritaban y besaban, muy preocupados por si estábamos con hipotermia.
Partimos al hotel y no fuimos capaces de ir sin capota, hacía muchísimo frío y casi perdimos los dedos de los pies de lo congelados, pero estábamos felices. Al llegar, nos llevaron a los jardines del hotel para sacar fotos, no fui capaz de sacarme la chaqueta y pedí a gritos que me trajeran mis botas. Mientras nos dieron un pisco sour que me tomé al seco y que obvio sin nada en la guata se me subió a la cabeza y me sentía arriba del balón de handball. Nadie lo notó, pero admito que fue el mejor relajante. Las fotos familiares las sacrificamos en interior porque definitivamente afuera exponía a mi bebé a cama segura.
De la fiesta sólo puedo decir que salió todo la raja, la comida estaba deliciosa, el salón era una fiesta de colores, valió completamente la pena ser catete con la decoradora en la combinación de colores. Hubo detalles y no tan menores, como que perdieron nuestro video de la historia de vida que había hecho mi sobrino (menos mal que lo tenía respaldado en el mail), como también que el DJ arruinó nuestra sorpresa de la cueca en vez de vals (menos mal que pocos lo percataron), pero lo dejé fluir y no lo agrandé, definitivamente si agrandas lo negativo será ese tu recuerdo y por nada en el mundo queríamos que eso pasara.
Hasta hoy todos nos agradecen y felicitan del tremendo carrete, todos se dieron cuenta de los detalles que había hecho, los corazones, el marco de fotos, los novios amigurumis causaron furor. El baile entretenido fue la guinda de la torta, todos bailaron y carretearon de lo lindo. La jarana duró hasta casi las 5 de la mañana donde se fueron los últimos rezagados y al salir del salón, nos acordamos que estábamos enfermos y volvieron todos los síntomas.
Me alargué en la crónica; lo sé, pero cuando alguien sube su crónica me encanta cuando dan todos esos detallitos que te mueven la guata y te paran los pelos. Espero que las que lean esta crónica la disfruten y desde ya les doy mil gracias por leerme.
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