El matrimonio de Pablo y Belén en La Reina, Santiago

Al salir del hotel, casi 10 min antes de mi ceremonia, me llamó mi mamá media urgida por que la jueza civil quería irse (ultra puntual la señora, ahora me río de ese momento). Sólo tomé mi vestido y le dije al conductor del auto que literalmente volara. Tiré la talla todo el camino para llegar relajada. Cuando llegamos, mi querido tío estaba esperándome en la entrada cuando comenzó a sonar "Cuando te beso" de Juan Luis Guerra, y comenzamos. Al medio del altar, él me entregó a mi papá que estaba esperándome abajo. Ahí vi a mi novio y futuro marido, tratando de que no se le salieran las lágrimas de emoción que venían asomándose. La jueza pasó a otro plano, era nuestro día y quedamos en disfrutarlo al máximo.

La otra talla vino después. ¿Qué es un matrimonio sin tallas? Mi testigo no había llegado aún, y se imaginarán que la jueza a esas alturas quería matarme. Mi testigo llegó a la mitad de la ceremonia, atrasada ya que tenía que dejar a su bebé de 6 meses. Esos 20 minutos fueron los más lentos de la vida, aunque la jueza estuviera en su día de furia, hizo la ceremonia más linda y quedamos felices.

Saludamos rápidamente a todos nuestros invitados, ya que debíamos salir a tomar nuestras primeras fotos de recién casados. Llegamos a saludar a los invitados durante el final del cóctel para poder pasar a la cena. La verdad es que entremedio de todo, salió una improvisación de mi suegro con su grupo de amigos (grandes músicos trovadores). Nos encantó la sorpresa que nos prepararon esporádicamente.

Al final de la cena, hicimos nuestro baile de novios para dar inicio a la fiesta con "When you love a woman" de Journey. Y ahí comenzó toda nuestra celebración. Lo pasamos genial y no nos aferramos a ningún protocolo, solo disfrutamos, reímos y compartimos con las personas que nosotros queríamos que estuvieran ahí.

Agradecer a cada una de las personas que compartió con nosotros ese día. Les cuento que nos quedamos ¡hasta el final! A las 5 a.m nos fuimos en Uber hacia el hotel.

Quiero darles ese consejo, que disfruten su matrimonio a concho, me pasaron tantas tallas (no solo fueron las chicas, la jueza y mi testigo, no fueron más) y por ninguna me amargué. Nos propusimos disfrutar nuestro día, a disfrutar con los invitados, hasta a los garzones los hicimos partícipes de ese día. Quedamos con nuestro corazón inflado de amor y orgullo por como organizamos nuestro matrimonio y por como salió todo.

¡Muchas gracias querida comu!

¡Gracias queridos proveedores!

¡41 Días de casados!

Belén y Pablo