El matrimonio de Robespier y Yoselin en Chillán, Ñuble
De noche Verano Dorado 5 profesionales
R&Y
10 Mar, 2018La crónica de nuestro matrimonio
Llegó el 10 de marzo, Dios y las energías positivas estuvieron con nosotros, porque todos los problemas que estuvieron hasta el día anterior, no estuvieron ese día; era tanta mi alegría de que todo estaba resultando que no podía estar nerviosa, sólo feliz, además que todo el trabajo se veía reflejado en los resultados.
La noche previa del matrimonio estuvimos reunidos con mi marido, mis primas y una pareja de amigos, ensayando hasta muy tarde un baile grupal que teníamos como sorpresa para nuestros invitados. Esa misma noche acordamos que sería hermoso que mi pareja de amigos cantaran (ella canta y él toca guitarra) quienes, pese a que se nos ocurrió a última hora, se mostraron comprometidos y contentos. Posterior a eso trabajamos en los detalles como hacer los sobres para los pétalos, las pizarras para las mesas, la pizarra y decoración del canasto para los pajes, entre otros, despidiéndonos después de las 2 am para luego levantarse muy temprano a terminar algunos detalles que seguían pendientes.
Seguir leyendo »Durante la mañana del sábado terminamos algunos detalles, ahí mi esposo y una prima se fueron al centro de eventos a dejar las últimas cosas y a decorar, yo me fui a la peluquería en donde mis peluqueras de siempre me regalaron el peinado, el maquillaje y las uñas. Tras eso llegué a mi casa en donde con mi esposo coordinamos para no encontrarnos dentro de ésta, luego de eso él se fue a vestir a otro lugar y yo quedé ahí. Llegaron el fotógrafo, mi hermana y mi padre -a quien lo fue a dejar un tío quien se llevó un bolso con sobres de pétalos hasta la iglesia-. Yo estaba muy tranquila, en cambio mi padre y mi hermana muy nerviosos, de hecho, ella tiritaba al abotonarme el vestido. Luego llegó el auto que era un hermoso Ford A 1930 al cual nos asomamos a mirar por la ventana deslumbrándonos a todos, ahí mi padre salió a atender mientras terminaban de arreglarme y hacer fotografías.
El viaje en el auto acompañada de mi padre fue maravilloso, creo que me hizo asimilar en el proceso en el que estaba y debo admitir que sentí deseos de llorar. La gente en la calle aplaudía, gritaba “felicitaciones”, tocaban las bocinas y algunos gritaban comentarios como “Arrepiéntete”. Cuando llegamos a la catedral la gente esperaba y comenzó a ingresar rápidamente. Tuve algunas dificultades al bajar del auto, ya que pisé una de las alitas del vestido por lo que se desprendió, pero entre mi padre y una prima todo se solucionó. Ahí nos unimos a lo pajecitos que eran mi ahijado y mi prima menor, que estaba de cumpleaños ese día.
Cuando ingresé había mucha gente -casi todos estuvieron en la ceremonia religiosa- y miraban sonrientes, yo también sonreía porque estaba feliz, no nerviosa. Nuestra marcha nupcial fue una versión instrumental del tema “Heaven” de Bryan Adams, la cual entrega un mensaje perfecto para el momento. Me llenó de emoción llegar al altar y ver a mi esposo, pero la emoción sólo podía expresarla en una enorme sonrisa, siempre pensé que lloraría, pero no, sólo sonreía y me sentía en paz. A mi alrededor vi a varias personas emocionadas, especialmente a mis madrinas que estaban a nuestro lado. Nuestros padrinos estaban radiantes, escogimos a personas que realmente habían sido significativos para nosotros y no por compromiso, de hecho, eran muy jóvenes. Estaban ahí mi hermana, mi prima, un gran amigo de mi esposo, y un amigo que fue compañero de kínder (que bendición y mágico es tener un amigo de kínder y que sea padrino de matrimonio, y que bendición y mágico es llegar a casarse con un compañero de kínder).
Me gustó como cursó la ceremonia, el padre nos hizo sentir muy cómodos, era muy ameno; salimos felices y en compañía de un bello tema que me mostró una vez mi prima Janita. A la salida de la iglesia era imparable la cantidad de abrazos. Tras eso nos fuimos a la sesión de fotos a lugares que el fotógrafo nos sugirió, dado que nosotros no teníamos ningún lugar pensado. El camino fue muy divertido, nos topamos con una citroneta muy top y “enchulada” llena de gente toda alborotada al ver que pasaba un auto más antiguo y gritaban cosas y aplaudían.
Cuando llegamos al centro de eventos bajamos del auto con música de Queen de fondo (mi grupo preferido) tras eso brindamos. Se dio inicio al cóctel y en paralelo había un mago que se acercaba a los grupos, se podía mirar una galería que hice con fotos nuestras, con nuestros padres, con nuestros padrinos de matrimonio y lo más especial… con esas personas que nos acompañan desde el cielo: nuestros abuelos y nuestro perrito Lucas, con quien vivimos desde cuando armamos nuestra familia hace tres años. También había un huellero que yo misma pinté en el que aparecía un árbol y nosotros haciendo lo que nos apasiona: Robert con su guitarra eléctrica, yo con una barra de poledance, que por cierto fueron las mismas caracterizaciones de la torta, las cuales hizo mi prima que tiene una microempresa de tortas y cupcakes.
Tras eso vino el ingreso a la parte interior del centro de eventos en donde se haría la cena y la fiesta. El animador fue llamando una por una a cada persona para que hicieran ingreso y buscaran su mesa. Como la música es algo que nos une a mi esposo y a mí, cada mesa tenía el nombre de una canción las cuáles caracterizaban las cualidades de nuestros invitados, por lo que había de todos los estilos. “Yesterday”, “La lambada”, “Bohemian Rhapsody”, “Thriller”, “Atrevete-te-te”, “Música ligera”, “La macarena”, “Lo que pasó, pasó”, “Sopa de Caracol” que es una de mis mesas preferidas porque había tíos y primas que se portaron un siete en la preparación, corriendo junto a nosotros y donándonos cositas para la boda. Otra de mis mesas favoritas “Scooby doo papá” cuyo nombre surgió de un baile grupal que preparamos, en esta mesa estaban los padrinos y amigos ultra presentes en el proceso. La mesa de los novios y padres se llamaba “Is This love” como la canción de Whitesnake que fue la primera que me dedicó Robert.
Durante la cena hubo un show de magia en el que se incluyó a los novios, también cantaron mis amigos, se presentó un video hecho por mi esposo y los invitados dieron sus saludos.
El vals fue un tema de Aerosmith que sólo bailamos con mi esposo, pero eso sólo fue el inicio de un mix, ya que luego fue interrumpido por una salsa que bailamos en conjunto, posteriormente se unieron amigos y mis primas para representar el clásico de Grease Brillantina, continuado por el “solo” de los hombres, luego el de las mujeres con un tema de Britney Spears y posteriormente en conjunto un tema de AC/DC, uno de Bee Gees, un axe y finalizamos con un tema de moda: “Scooby Doo papá”. Fue súper emocionante porque todo resultó mejor que en los ensayos, así que nos dimos un abrazo grupal y saltamos de alegría. Tras eso comenzó el baile en donde la gente estaba muy motivada y en paralelo se instaló la cabina fotográfica.
Posteriormente se dio inicio a los juegos de solteros, en los cuales las solteras se mostraron más tímidas y no querían bailarle al novio, a diferencia de los hombres quienes si bien eran menos se mostraron más extrovertidos. El ramo de flores, fue todo un tema, entre que yo lo tiraba mal y que luego todas las solteras arrancaran quedando el ramo en el suelo, pero finalmente lo recibió mi querida amiga Bárbara. Por otra parte, la botella de Whisky en los hombres generó hasta una especie de piquero siendo atrapada por el pololo de una prima de mi esposo.
Posteriormente partimos la torta, se sacaron las cintas, se proyectaron las fotografías de la cabina y se hizo la entrega de los recuerdos, hasta que finalmente ¡inició el cotillón!
Lo pasamos muy bien durante el cotillón, jugamos al limbo, al trencito, aparecían los temas del baile grupal. Con mi esposo nos quedamos hasta el final pese a que en algún momento él me decía que la tradición decía que tenía que raptarme, pero yo sentía que quería vivir cada minuto de mi matrimonio y que ya tendríamos tiempo para nosotros dos. Los últimos que quedaron en la fiesta fueron mis tíos, primas, mis papás y amigos, ahí bailamos cuecas, cantamos karaokes, hasta que nos dimos cuenta que estábamos pasados de la hora.
Fue todo maravilloso, los invitados nos felicitaban y decían que el matrimonio había estado muy lindo, alababan mi vestido, el auto y el baile grupal, y los más detallistas celebraban las pequeñas, pero a la vez grandes cosas… como la galería de fotos e invitar de esa forma a los que no estaban. Quienes estuvieron codo a codo organizando con nosotros compartían la alegría, nos abrazábamos y saltábamos de euforia.
Para mí es importante mencionar, que al día siguiente fui junto a mi esposo al cementerio a visitar a mis abuelos y abuela contándoles las nuevas buenas y les dejé flores y detalles del matrimonio para así también hacerlos parte de este momento mágico.
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