El matrimonio de Rodrigo y Myra en Puerto Varas, Llanquihue

Después comenzaron los preparativos con Clara, quien se encargó del maquillaje y peinado míos y de mi mamá, mientras que en el Hotel Cabaña del Lago se arreglaba el novio, quien un día antes había tenido un día de barbero, corte de cabello y masaje relajante. El traslado al hotel lo hicimos con Uber, que si bien no fue la opción más estratégica, dio para una anécdota que nos hará reír muchos años (consejo novias: agenden un transporte confiable).

Debido al pronóstico de lluvia, acto seguido tormenta porteña que hubo ese día (lo cual es considerado de buena suerte tanto en Chile como en Suecia), la ceremonia no pudo ser al aire libre como lo habíamos planeado, pero se llevó a cabo en el Salon Club House. Este fue acondicionado por el equipo de Soluciones Digitales y del Hotel Cabaña del Lago para dar un ambiente muy lindo y único, que en verdad nos encantó a todos.

La decoración fue hecha por Pitu, nuestra florista, y la papelería de ArteColor, con un estilo tipo campestre, en tonos verano suave y de acuerdo con los colores que llevaba mi ramo. Tuvimos arreglos de flores, hojas verdes y luces en las escaleras que llevaban al evento, las mesas de cóctel, bar, un camino en la mesa imperial donde sería la cena y arreglos acordes en la pérgola donde se llevó a cabo la ceremonia.

Nuestro matrimonio fue grabado y transmitido por Soluciones Digitales, y partió con unas palabras de bienvenida por parte de mis hermanos, seguido de la entrada del novio con su mamá, mi mamá y mi suegro, y yo de la mano de mi papá. Tuvimos el saxofón de Halbert (Saxofonista Pro) acompañando nuestra ceremonia y tocando melodías elegidas por nosotros. Además de las palabras del juez, las firmas respectivas, y el intercambio de anillos, decidimos preparar votos escritos por nosotros mismos e incluir un brindis virtual con aquellos quienes seguían la ceremonia virtual. Al salir del altar, nuestros invitados pudieron lanzar pétalos y soplar burbujas, mientras tocaba la marcha nupcial.

Hicimos una sesión de fotos dirigida por Yaritza Ruiz en el Jardín Lavanda, primero con todos los invitados y después solo nosotros los novios. Para trasladarnos, hicimos uso del carrito de golf del hotel, el cual adornamos con garzas de origami hechas por mi familia, y un letrero de “Recién Casados”, que le dio el toque perfecto en la fotos.

Mientras, los invitados disfrutaban del cóctel preparado por el restaurante del Hotel Cabaña del Lago, que consistió en bocadillos fríos y calientes y una estación de ceviche. Tuvimos una recepción con confeti de pétalos y sonando una de nuestras canciones favoritas, tras lo cual pudimos decir unas palabras de agradecimiento a nuestros invitados. En la cena hubo una entrada de centolla, asado de tira como plato de fondo, y un postre de frutos rojos, acompañados de la barra libre. Todo estuvo delicioso y quedamos muy contentos con la presentación y calidad de la cena.

Si bien nuestro festejo fue corto, ya que por cuestión de horarios y pandemia tuvimos que salir a las 11 p. m., pudimos cumplir con todo el itinerario planeado. Bailamos una pequeña coreografía de salsa como nuestro primer baile de esposos, partimos nuestra torta (naked-cake de amapola con limón y queso fresco) hecha por Pippa, bailé una canción sorpresa con mi papá, lancé mi ramo y el novio la liga. Todo entre muchos besos, risas y abrazos. El carrete lo continuamos en el bar Moonrestobar donde nuestros invitados pudieron disfrutar de tablas de picoteo, alcohol y música hasta casi las 3 a. m.

Recordar ese día me hace sonreír inevitablemente. Fue un día muy especial y espero poder revivirlo en cada aniversario de matrimonio viendo las fotos, videos y recuerdos que dejó.