El matrimonio de Rodrigo y Verónica en Pirque, Cordillera
Modernos Verano Morado 4 profesionales
R&V
05 Ene, 2019La crónica de nuestro matrimonio
Primero que todo, quiero advertirles que este es un relato agridulce, pero con un final feliz.
Extrañamente, la noche anterior pudimos dormir. Tanto Rodrigo como yo, en casa de mis suegros, estábamos rendidos del trabajo previo ocurrido los días antes del matrimonio. Desde plegar palomitas en origami con distintos papeles de colores y materiales -con la ayuda de la familia, que felices aprendieron una nueva habilidad- hasta armar el setlist de las mesas. Porque, y esto no lo había mencionado antes, nosotros somos una pareja rockera. Pero bien rockera. Y quizás nuestro matrimonio no fue el típico matrimonio que se esperaba. Pero primero, un poquito de contexto.
Rodrigo tiene 38, es ingeniero civil, ama los juegos y es un chico rockero. Yo me llamo Verona, tengo 40, soy periodista y escritora, y también me gusta el rock. Ninguno quiere tener hijos, pero en cambio tenemos 2 gorditas peludas que son nuestra delicia de la vida. Llevamos juntos 8 años (7 en concubinato) y hace poco más de un año que nos mudamos a vivir a Viña del Mar.
Seguir leyendo »Nunca tuvimos apuro por casarnos, para ser muy honesta. Vivíamos nuestra relación con todo el compromiso de un matrimonio y por lo mismo decidimos empezar a averiguar lo de la unión civil, pero al darnos cuenta que era muy parecido al matrimonio perse, mejor decidimos darnos (les) el gusto de una fiesta bien celebrada a nuestra familia (y amigos escogidos como familia).
Con la idea en mente, nos lanzamos a planificar: matrimonio de día, en parcela, con invitados frescos, aguas saborizadas, sombrillas, fiesta al atardecer, etc.
Y cuando llegó el día, nos dimos cuenta de que la productora nos había fallado. No pensaban hacer nada de lo que habíamos pedido, pero como somos personas muy resueltas y tenemos la enorme suerte de contar con amigos como hermanos, nos dimos la maña de preparar todo nosotros mismos para que el día resultara igual una velada soñada. Llegamos temprano al lugar, decoramos todo nosotros mismos, la banda de amigos ensayó pero también ayudó lo que pudo, y para cuando llegó la jueza a casarnos, a eso de las 4, estaba todo relativamente listo.
Fue un momento muy emotivo. Nuestro DJ era tremendo. De verdad, muy atinado, super bien preparado y con una voluntad de oro. En cuanto mi papá me fue a buscar a la casona y yo salí con mi vestido morado, de Novia Rebelde (ya les dejo el dato) me vio y empezó a sollozar.
Se me fue al carajo la entereza.
Verlo ahí, apenas contenido, me dejó mal. O bien, quizás. Definitivamente en ánimo de lo que orurriría. El cambio de chip de organizadora a novia vino enseguida. Y tomándome de su brazo, caminamos por el pastito hacia los arboles y el arco de flores mientras de fondo sonaba "Love", de John Lennon. Mi papá me apretó la mano en cuanto comenzó la canción - ambos somos amantes de los Beatles - y me paralicé. ¡Sentí que no podía respirar! No cabía dentro de mí de la emoción, así que me detuve. Mi papá me miró, y preguntó: "Cariño, ¿estás bien?". "No puedo ir! ¡Me voy a poner a llorar!", creo que le dije. Mi papá metió su mano al bolsillo y me ofreció un pañuelo. Fue un gesto tan lindo. Tan propio suyo, que dentro de mí algo se compuso y me movilizó de nuevo. Respiré profundo y le dije. "Ya. Estoy lista".
Los amigos y la familia esperando en sus asientos hermosos blancos y con flores de Decoraciones Antonia, esperaban con sus sombrillas, emocionados.
Llegamos al arco y mi papá me entregó a Rodrigo diciendo "la dejo en sus manos". Rodrigo estaba también apenas contenido. Dice mi testigo que mientras venía caminando hacia él, murmuró "parece una princesa". Rompimos protocolo y nos besamos antes de la ceremonia.
La jueza resultó un amor. Una mujer encantadora, realmente. Hizo que la ceremonia, aunque civil, resultada preciosa. Hizo que nos besáramos las manos una vez puestas las argollas (diseño de nuestros sueños, realizado por Lamelé) y una vez casados comenzaron los abrazos de todos.
Mi fotógrafo (PRIODAS) estuvo presente en todo momento. Lo bautizamos como Ninja Paparazzo porque nunca lo veíamos hasta sentir el clic de su cámara. Super bien.
La productora, como un enemigo hábil, demoró todo lo que pudo el coctail. Después supimos que no habían comprado nada de lo que pedimos, y que iban comprando cosas (que no eran las pactadas) a goteo. Nunca sabremos cuál fue la razón para hacernos ese día difícil e incumplir su contrato.
Con el calor de Pirque encima, y una horda de zancudos asesinos amenazando con dar por terminada nuestra celebración, nos armamos de entereza y con la ayuda del DJ (DJ Marca Producciones) subimos la musica, hablamos con todos los invitados y nos tomamos fotos para el recuerdo.
Finalmente salió algo de coctail y luego pasamos a las mesas para el brindis (¡que fue con agua!) Era tragicómico ver cómo la productora (Eventos Para Todos) intentaba sabotear al máximo nuestro matrimonio, y no terminaba de lograrlo. Sobre todo, porque quizás no contaron con el ánimo de los invitados, a quiénes autorizamos ya a esa hora a saquear la cocina y distribuir el vino en las mesas. "Suficiente", pensábamos con Rodrigo. Les dimos todas las opciones de mejorar su performance, y no lo hicieron. Ahora la justicia sería del pueblo.
Tuvimos una linda cena, donde cada mesa sacó un vocero para desearnos parabienes y felicidades.
Finalmente, para el momento del vals, nuestra banda de amigos nos regaló su versión de "Sea of Love", de Honey Dreappers, y el DJ nos puso una hermosa luz y humito para bailar en la pista.
Sentimos que el tiempo se detuvo en esos segundos. Ninja Paparazzo revoloteaba a nuestro alrededor y no nos dábamos cuenta. Más amigos se unieron a la pista de baile, y no los sentimos. Es verdadera magia lo que se siente ese día en que se promete amor eterno.
Luego de ese instante maravilloso, la banda comenzó su tocata e invitó al novio a dedicar una canción a la novia. El tema escogido fue "Make it with you", de Queens of the Stone Age, que era nuestra canción de pololos cuando partimos nuestra historia, en Santiago. Yo tomé un pandero y subí a hacer los coros del tema. ¡Estuvo genial!
Luego me tocó el turno a mí, y canté "Stand by me", en una versión más bien híbrida del tema original de Ben E. King y el que tributa Lennon.
¡Salió bastante bien!
Luego de eso, comenzó la locura. Temas de Pearl Jam, Ramones, The Cure, STP se tomaron la parcela y los invitados bailaron y cantaron y brindaron ante la felicidad de haber tomado -por fin- la fiesta en nuestras manos.
Todo a nuestro gusto.
Es una sensación difícil de superar cuando todo se da como uno ha soñado. Esos momentos, la música de la fiesta, meticulosamente escogida por nosotros meses atrás, tanto para coctail, cena y fiesta sonaba perfecta por los parlantes y era acompañada por imágenes, ya que el DJ buscó hasta los videos para reproducir en las pantallas. Sumamente genial.
Doy gracias una y otra vez, por vencer las dificultades que nos puso la productora y que todo resultara bien.
Son tantos los detalles que faltaron y la ayuda que necesitamos de ellos sin recibirla, que podría enumerar una por una sus faltas, pero prefiero destacar el hecho de que la compañía en sus matrimonios tiene que ser la correcta, y en nuestro caso, fue la precisa.
Todos sufrieron y gozaron con nosotros. Se emocionaron, lloraron, rieron y fueron picados por una cantidad macabra de zancudos, pero puedo ver en las fotos que ese día estuvo lleno de amor igual.
Este es un relato agridulce, porque a pesar de las fallas de una parte tan importante del matrimonio, logramos vencerlo todo ese día.
Y quizás sea ese sabor, el agridulce, el que me hace hoy decirles que no dejen que alguien se robe sus sueños. No pierdan la fe, crean en el amor, crean en la gente que los acompaña ese día, en sus parejas, en sus padres y en sus amigos, porque solamente así, podrán hacer ese día el más esperado y hermoso de sus vidas.
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