El matrimonio de Sebastián y Daniela en Marchihue, Cardenal Caro
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24 Ene, 2015La crónica de nuestro matrimonio
¿Cómo enumerar tantos detalles de ese día tan hermoso, y, por supuesto, lleno de anéctodas?
Todos nos decían: «Duerman harto, porque durante la fiesta no aguantarán». Esa noche, antes del gran día, nos dormimos a las 4:00 h de la mañana, preparando un marco de foto que llevaba yeso, que finalmente no pudimos utilizar porque se partió, quedaron grietas horribles y lo notamos horas antes. Con eso pensamos: «Bueno, nada puede ser perfecto y eso era, según nosotros, la metáfora del matrimonio».
Seguimos con los preparativos un poco ansiosos.
Nuestra hija, Antonia, de tres años, se quedó gran parte del día con mi mamá y entre ratos me quería ver. Juntas, tratábamos de organizar las pocas horas que quedaban mientras Seba, mi esposo, organizaba los últimos detalles del local.
A mediodía, llegaron familiares de mi esposo a bañarse a nuestra casa, porque venían de otra ciudad. Aún no almorzábamos, pero tratamos de avanzar en otras cosas. Seba aún no hacía la basta de su pantalón, por másque le insistí días antes y le dije que lo mandara a una señora que hace costuras. Con eso, estaba un poco estresada. No recuerdo cómo, pero una tía de Seba, que venía a bañarse, se ofreció a hacer la basta, todo bien hasta que llega el momento de cortar: ¡cortó más arriba de lo que debía! Y el corte quedó varios centímetros arriba de lo indicado, como a media canilla. Se nos venía el mundo encima, porque solo quedaban horas y, acá donde vivimos, no hay tiendas de ropa, ni tampoco podíamos conseguir un pantalón similar. Tratamos de respirar y hacer como si nada pasaba. Dejamos que ella lo solucionara, pero estábamos muy nerviosos, ya que no quedaría muy lindo.
Seguir leyendo »La tía logro solucionarlo, pero cambió todo el estilo del pantalón, porque llevaba una especie de basta hacia afuera. Debo asumir que ni se notó, aunque no dejaba de ser triste para nosotros. Con toda la emoción del día, la sensibilidad andaba a mil.
Llegó la hora del peinado. Todo bien, como en la prueba, pero nuestra hija no quería vestirse. Mi mamá logró convencerla mientras terminaban mi maquillaje y peinado. Llegó el fotógrafo y las fotos del maquillaje salieron bellas.
Mientras tanto, en los preparativos de Seba, su papá mancha por delante la camisa, porque la plancha tenía pegada una especie de goma. Lo que le salvó fue el hecho de llevar su chaleco, así que no se notaría.
Llegaba el momento de salir al local —la ceremonia fue civil y todo en el mismo lugar— y Seba llevaba una etiqueta en su manga, que estaba cosida. Su papá, consiguiendo tijeras. En esos momentos todo se pierde, pero la encontraron y pudieron sacarla.
Yo por mi parte, esperando y, 15 minutos antes de las 6:00 h, —comienzo de la ceremonia— me llama mi amiga, la testigo, y me dice que aún no sale del pueblo donde vive su pololo —pueblo que queda en auto a 40 minutos—. Rápidamente, llamé a otra amiga que me ayudó mucho con los preparativos el día antes y le conté, a 15 minutos de la ceremonia, que sería mi nueva testigo y que debía llevar su carné. Después me contó que gritó sorprendida.
Ya nada más podía pasar. Tenía hambre, no habíamos almorzado y ya estábamos a unos minutos.
Sale mi hija, mi mamá, hermana y mis primos antes que nosotros y mi idea era de que yo saliera con mi papá manejando, nada muy formal, ni siquiera la camioneta llevaba arreglos, quería algo lindo en el local solamente. Voy saliendo de mi casa y me doblo el pie. Ya nada peor podía pasar, no podía caminar, era imposible por el dolor. Tuve que cambiar los zapatos por unos que tenían la plataforma recta y que los tenía desde hace tiempo, y negros. Me sentía apenada, porque había elegido tener zapatos rojos.
Salí digna de la situación, llegamos al local, pero no me bajaba de la camioneta aúin. Mi papá recibe una llamada. Es Seba, que le dice que no ha llevado mi carné —¡habíamos acordado que él me lo llevaría!—. Sentía rabia, pero lo hermoso del día, nada, pero nada lo iba a manchar.
Volvimos con mi papá a la casa en búsqueda del carné y, al final, le pedimos a un familiar que nos llevara al local. Eran muchas emociones juntas. Llegamos en auto rojo esta vez, emocionados todos.
Llegó el momento: entré del brazo de mi papá y todos estaban desordenados, nadie coordinó. La canción con la que entraría, no la colocaron, ya que el DJ no me vio cuando llegué. Pero bueno, ya había llegado el momento y lo demás fue todo lindo.
Disfrutamos de una muy linda ceremonia, mi hija nos esperaba detrás con pétalos rojos —eso fue una sorpresa para nosotros—. La comida, el vino y la torta, todo fue un éxito. Todos nos sentíamos muy felices.
Nuestra torta llevaba novios personalizados —adjunté una foto también—. La noche fue maravillosa, nos sentíamos más enamorados que nunca y disfrutamos de cada detalle, todo lo que pasó durante el día no era nada comparado a la alegría que vivíamos durante la ceremonia y la celebración. La fiesta fue bien prendida y justo como queríamos, invitados bailando y otros conversando, ya que nosotros no somos muy fanáticos del baile.
Y lo olvidaba: el día antes corté las mangas del vestido, me hacían ver un poco mayor a mi edad y no era la idea. Tengo conocimiento en costura, por lo que no dudé hacerlo. Todo fue bastante poco tradicional, ajustado a nuestro estilo.
Es de los días mas especiales que se pueden vivir, solo el nacimiento de nuestra hija lo superó. Adjunto un resumen de fotos, le bajamos la calidad para que no pesaran tanto.
Agradezco a matrimonios.cl, porque me asesoré bastante con sus páginas de ayuda, tanto en proveedores como en decoración y vestido, además encontramos al fotógrafo que guardó en hermosas fotos los mejores momentos.
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