El matrimonio de Yuri y Marlene en Hualqui, Concepción

Decidí levantarme un poco antes de que llegaran la maquilladora y la manicurista a arreglarme, a eso de las 10:30 am. Una ducha rápida y a esperar con ansias la llegada de las chicas a mi casa. Comenzamos los preparativos mientras intentaba tomar una taza de té. Hacía mucho frío, a pesar de que se esperaban 28°C ese dia.

Me arreglaron el cabello, me hicieron manicure permanente en manos y pies, lo último fue el maquillaje, para que se mantuviera perfecto hasta la hora de mi boda, a eso de las 17 hrs. Cuando llegó el fotógrafo me puse el vestido para tomar las fotografías previas, y ver el resultado final.

¡En todo el día no hablé con mi novio! Aunque me mantuve muy calmada, no dejé que la emoción me abrumara. Aunque con mi novio pasó todo lo contrario. Mi cuñada me contó que estuvo muy nervioso todo el tiempo y eso que él es muy mente fría para todo.

Tengo 2 hermanas y una sobrina que sería una de mis pajes, y mi mamá, así que imaginen el caos en mi casa, todas salieron a la peluquería, y luego corrían para todos lados para terminar de arreglarse a tiempo.

A eso de las 16:30 horas se fueron mis hermanas y mi mamá, y me quedé junto a mi papá, mi sobrina y mi cuñado que hizo de chofer. Tuvimos que hacernos esperar en la llegada a la ceremonia, ya que gran parte de los invitados no llegaron a la hora (no creo que haya sido la primera boda en la que eso ocurre).

¡Y llegó el momento! Llegamos al centro de eventos, y mi corazón latía a mil. Intenté no abrumarme por la emoción. Me bajé del auto y ahí estaban todos expectantes a mi llegada. Cuando comenzó a sonar la música para la entrada del novio ya no pude contener la emoción. Vinieron a mi cabeza todos los pensamientos de que desde ese momento ya pasaría a ser parte de una nueva familia: mi propia familia junto al amor de mi vida. Miré a mi papá y pensé en todo lo maravillosa que había sido mi vida junto a mis padres y hermanas, lo agradecida que estaba por amarme siempre y acompañarme hasta este momento.

Comenzaron a caminar mis hermanas, como damas de honor, y vino la música para mi entrada... Sólo tenía una enorme sonrisa que no podía quitar de mi cara. Los ojos de todos los invitados sobre mí, veía la felicidad en sus rostros, y a mi amado, completamente emocionado hasta las lágrimas, no podía creer que estaba sucediendo, y que el gran día finalmente había llegado.

La ceremonia fue realmente emocionante, muy emotiva y hermosa. Me sentía la mujer más feliz y afortunada del mundo. No logré contener las lágrimas de felicidad. Realmente fe el momento más emocionante de mi vida. Luego las felicitaciones, los abrazos, las palabras de cariño, todo lleno de emoción, (y muchas lágrimas, por suerte el maquillaje había sido realizado por manos expertas, o si no...)

Después de la ceremonia tuvimos un espacio para las fotografías de los recién casados, en un hermoso bosque de castaños en la misma parcela de eventos. Los invitados pudieron disfrutar del cocktail y compartir entre todos, mientras aprovechaban de tomar fotografías al precioso lugar.

Cuando terminó nuestra sesión de fotos, volvimos al lugar en donde estaban los invitados, y decidimos realizar fotografías con todos nuestros invitados, antes de la cena (así estábamos todos impecables aun). Luego comenzó la ubicación en las mesas para la cena, y nuestra planificadora nos había dicho que hiciéramos una entrada especial, tanto los padres de ambos y nosotros. Escogimos cada pareja una música representativa para entrar, pero jamás habría imaginado que ese sería el momento más memorable de la fiesta, puesto que mis papás escogieron la canción "Staying Alive" de Beeges y entraron bailando y saltando muy felices y animados. Los invitados estaban completamente sorprendidos y todos aplaudieron contentos. Nadie pensó que tendrían la personalidad para hacer algo así, de hecho, no quedó registro del momento así que solo tendremos que recordarlo en nuestras memorias.

La cena estuvo exquisita, y muy abundante, el lugar se veía soñado. La productora logró dar con el estilo que queríamos y se veía espectacular el lugar, elegante y alegre.

Hicimos tanto la cena como la fiesta al aire libre, y fue una gran idea, hacía mucho calor. Claro que los peinados no agradecieron el rocío nocturno. Después de la cena entregamos los recuerdos, hechos por Remolino Diseño, y personalizados para nosotros.

Y se vino el baile... Primero, el baile con mi papá, muy emocionante, con la canción “How deep is your love”, también de Beeges, (sí, a mi papá le encanta Beeges). Fue un momento muy tierno. Siempre he sido la regalona de papá y mis hermanas lo saben, soy la mayor y la más parecida a mi papá. Siempre hemos tenido una conexión especial. Después vino el vals de los novios, el típico, para bailar con los papás, y luego el baile de los novios. Escogimos nuestra canción favorita, "You make me feel brand new" en versión de Simply Red, porque expresa tal como nos sentimos el uno con el otro, y aunque alcanzamos a ensayar solo una vez el baile, fue un grato momento de los dos. Lo disfrutamos mucho.

¿Adivinen cuál fue la canción para comenzar la fiesta? Sí, esa misma, El Galeón español. Y es que creo que es la canción más representativa del espíritu fiestero de los chilenos, ¡y siempre funciona a la perfección! Todos salieron a bailar, jóvenes y los no tanto bailaron con todas las ganas.

Decidí cambiar la tradición de tirar el ramo, por el ramo con cintas, que yo misma hice, y fue todo un éxito, todas las solteras esperando que su cinta no fuese cortado, fue un momento divertido, incluso me vendaron los ojos para que no hiciera trampa, ¡y ganó mi hermana!

Yuri también quiso hacer algo distinto, y algo típico de él, así que compró una figura de Donkey Kong, que lanzó en una caja sorpresa, y el ganador estaba feliz, era volver a recordar la infancia. Después jugamos el juego del zapato, y al parecer, nos conocemos muy bien, acertamos todas las preguntas. Finalmente partimos la torta y aprovechamos de descansar del baile, para volver con todo el cotillón y seguimos bailando ¡hasta las 5 de la mañana! La noche pasó volando.

Teníamos un carrito de sándwich que fue furor para el bajón, y luego el típico consomé reponedor.

Y se terminó el día... No nos dimos cuenta cuando pasó la noche, pero sí disfrutamos cada momento. No nos preocupamos por aquellas cosas que no salieron como esperábamos, siempre ocurre alguna cosa inesperada, pero realmente son insignificantes ante un día tan maravilloso y especial.

¿Qué más puedo decir? Estoy muy agradecida de todos y cada uno de los que participaron junto a mi esposo y a mí, del día más feliz de nuestras vidas, y damos gracias a dios por todas sus bendiciones.

Espero que ustedes puedan ser tan felices como nosotros.

Un abrazo enorme.

Yuri y Marlene.